Admirable historia pero poco cotidiana



Volverá Cojonú a vivir a la intemperie y sin amor? Yo lo dudo...
Por Elsie Carbó

grillosazules@gmail.com

Seguramente algunos habrán visto en el agromercado del EJT en Tulipán a un perro de color amarillo, viejo, bastante grande de tamaño, que permanece echado casi siempre junto a uno de los kioskos de la entrada. Le llaman cojonú… tal vez virtud de heroicas escaramuzas callejeras o de múltiples conquistas amorosas, puede ser, pero el caso es que hoy Cojonú le debe la vida a Patricia Jiménez.

Resulta ser que fue atropellado por un camión de los que transportan mercancía y una de sus patas delanteras quedó bajo sus ruedas. Con ese dolor lo encontré, aullando recostado al kiosko y sin poder dar un paso. Algunos transeúntes lo miraban o seguían de largo, y otros se detenían a indagar qué le había sucedido. Pero solo Patricia se brindó para llevarlo en su carro hasta un veterinario le viera la pata.

Un animal de casi 70 libras de peso requiere mucho esfuerzo para levantarlo, quizás por eso no apareció nadie que hiciera la tarea, ni siquiera aquel que se dijo su propio dueño. No quedó otra opción que cargarlo como se pudo hasta el Lada de Patricia y llevarlo al consultorio veterinario en Central y Boyeros, donde la doctora Rosa solo le pudo indicar mucho hielo y supositorios de pirosicán, porque en el centro asistencial carecen hasta de una duralgina para mitigar el sufrimiento.

La historia como ven es sencilla, sin embargo pone sobre el tapete el tema de los valores y la ética de los seres humanos, o mejor dicho, las cualidades que deberíamos formar en los primeros años de la vida en los niños para que nunca lleguemos a convertirnos en entes indiferentes y apáticos ante situaciones como estas. La escuela y luego la familia son los vehículos para la formación de valores, como la bondad, el desinterés, la piedad, el altruismo, si esto falla tendremos una sociedad insensible y amorfa ante las vicisitudes no solo de un animal sino también ante la angustia o los problemas de sus semejantes.

En contraste con esta historia que muestra humanidad, desinterés y amor hay otras en el panorama del país que me dejan sin palabras para calificarlas, como un hecho ocurrido recientemente en Santos Suárez donde han colgados de una ceiba a varios gatos y perros con señales de haber sido torturados y degollados. El caso se ha denunciado por los vecinos y se han enviado cartas a las autoridades para que investiguen este tipo de vandalismo que lastima la sensibilidad de los moradores del lugar, provocando miedos y desconcierto a los niños que acostumbran a jugar en el parque donde se encuentra el árbol. Resulta inaudito que transgresiones como estas no tengan una sanción penal como corresponde a un hecho que atenta contra la tranquilidad y el bienestar espiritual de los ciudadanos, independientemente a que sigamos esperando a que se apruebe una ley que defienda los derechos de los animales y penalice el maltrato, la crueldad y cualquier acto que los prive del bienestar que merecen.

Pero volviendo a nuestra historia inicial, entre los cuidados que le está prodigando a Cojonú en su hogar de tránsito donde permanece al cuidado de esta familia, están el cariño y el amor que él nunca tuvo, pero eso no será eterno si tuviera que volver a su rutina habitual como custodio a tiempo completo del agro de Tulipán cuando esté totalmente restablecido, pero esa es la interrogante, volvería a ese desamparo? Yo hasta lo pongo en duda después de leer el último mensaje enviado por Patricia donde me dice que Conú, como le llaman entre ellos, es dulce, cariñoso y obediente, y se pasea como un rey por toda la casa.

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