Aún así, es conveniente que nos llevéis al veterinario. Así podremos evitar las secuelas, que pueden ser bastante horribles: desórdenes en la coagulación, infarto de riñón, problemas neurológicos o gastrointestinales... Si notáis que estamos deprimidos, que perdemos el apetito, que nos cuesta respirar o que estamos aletargados, entre otros síntomas, llevadnos corriendo al veterinario.
Allí nos harán análisis y nos curarán siguiendo una terapia que dependerá de cuánto veneno hayamos ingerido y de cuánto tiempo haya pasado desde la intoxicación. Y la próxima vez, no seremos tan curiosos.
¿Vuestras mascotas han sufrido alguna intoxicación?
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