En nuestras latitudes, la floración de la mayoría de las herbáceas ya ha concluido, así que han llegado sus semillas. La mayoría son inofensivas, pero existe un tipo de estas semillas que puede resultar peligroso para nuestro perro, las espigas, cuya forma de arpón hace que, además de adherirse al pelo, se vayan clavando en la piel hasta producir infecciones bastante graves, que incluso puede necesitar la intervención quirúrgica para su extracción.
Las partes de nuestro perro más sensibles a la acción de las espigas son las interdigitales, pero también son grandes enemigas de los ojos, los oídos y la nariz, zonas en las que es imprescindible la intervención del veterinario para extraerlas con la mayor seguridad posible.
Por supuesto, el mejor método de lucha contra los efectos de las espigas es prevenir, por lo que nada mejor que revisar concienzudamente a nuestro perro a la vuelta del paseo y eliminar todas las que encontremos.
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