La raza canina tiene en muchos campos los sentidos más agudizados que los hombres. Mientras vosotros no podéis distinguir ni siquiera entre diferentes perfumes, nosotros tenemos un olfato extraordinario, que nos hace perfectos para tareas de búsqueda y rescate.
El nombre de este tipo de can es perro de venteo. Su trabajo es muy duro, ya que se encargan de encontrar personas sepultadas o enterradas en desastres donde se hayan producido derrumbamientos. Ellos deben encontrar a las víctimas en el menor tiempo posible y sin seguir un rastro por el suelo, sino en el aire, (aunque en ocasiones también tienen que pegar el hocico a las superficies).
Los perros de venteo emplean sus dotes olfativas e inspeccionan el ambiente con el morro en alto para captar el olor emitido por las personas, dentro de una cuadrícula o territorio limitado, para no confundirse con los humanos que les acompañan. Empiezan a trabajar con el viento en contra y trazan un camino perpendicular a dicha corriente de aire. Cuando, por fin, detectan un olor, buscan una mayor concentración para localizar a la persona.
Los equipos de rastreo están formados normalmente por un guía, un perro y, a veces, por un ayudante. Existen diferentes tipologías en estas labores según la catástrofe. Muchos de ellos buscan casi siempre restos humanos: por ejemplo los de cadáveres que investigan en zonas de desastre natural y accidentes, o, los acuáticos, que trabajan en botes y olisquean las superficies marinas o fluviales. Más suerte tienen los perros de desastres urbanos o los de avalancha, que a veces encuentran sujetos vivos y los salvan.
Un perro diferente, y algo más televisivo, es el de evidencias, que busca pruebas en la escena de un crimen. En cualquier caso, nos encontramos ante auténticos héroes anónimos.