Irma era una pastor alemán que vivió durante la segunda guerra mundial. No era apta como soldado, ya que era demasiado buena con la gente. No obstante, sus humanos encontraron otro papel para él, porque era valiente, rápida y ágil, no le tenía miedo a nada y siempre estaba dispuesta a correr, a trabajar.
Así, su carrera militar empezó como mensajera: llevaba mensajes a través de los distintos puestos cuando las líneas caían o eran cortadas por los enemigos.
Pero no quedó solo en eso, naturalmente. Era evidente que Irma era inteligente y tenía muchas cualidades que iban más allá de perro mensajero. Así pues, cuando hubo una gran necesidad de perros de rescate durante los bombardeos en Londres, Irma fue la línea.
En tiempo récord, la pastor alemán aprendió a buscar personas entre los escombros, y a ladrar de manera diferente si lo que estaba detectando era una persona viva o, por desgracia, un cadáver.
En una ocasión, los médicos de campo dieron por muerto a un hombre entre los restos y lo dejaron. Era normal, puesto que debían priorizar a los vivos. No obstante, Irma de inmediato fue hacia él y su ladrido indicó “vida”, lo que no era posible, ¿verdad? Pero volvieron a revisarlo, solo porque confiaban en el criterio de Irma, y ahí estaba: el hombre tenía pulso. Sobrevivió gracias a ella.
Otra anécdota increíble es la de dos niñas enterradas vivas en un edificio que se había derrumbado. Nadie sabía que estaban allí, e Irma comenzó a ladrar, indicando “vida”. Empezaron los trabajos para apartar los escombros, pero no encontraban nada. Aun así, Irma insistía, e insistió durante dos días, sin parar, indicando en todo momento dónde estaban esas niñas hasta que por fin las encontraron, todavía con vida.
Como era evidente, Irma se ganó una medalla para perros militares. Como soldado, ella no necesitaba luchar: su trabajo era otro, e igual de importante. Ella salvaba vidas.
Marcos Mendoza
PD: Si quieres conocer más historias como esta, no dudes en pasarte por mi página.