Para descubrirlo, han tomado una muestra de 1.500 ejemplares. Entre las conclusiones también están que las hembras se arriesgan más a la hora de ser infieles: abandonan a su macho, se arriesgan a contraer una enfermedad de transmisión sexual, o a que un depredador les ataque. Pero les gusta el riesgo. Los machos lo hacen por perpetuar sus genes, ya que así tendrá muchas más crías.
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(Foto: Público.es)
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