¿Los perros cuando mueren van al cielo?

Me preguntó mi hija una mañana de camino al cole.
Una no está preparada para ese tipo de preguntas a las 8 y media de la mañana, conduciendo, sin muchas ganas de hablar, con los ojos todavía pegados,…
Me doy cuenta que todavía estoy dormida porque voy vestida como una indigente. Después me pregunto como las “madres trajeadas” que trabajan para multinacionales, no hacen piña conmigo en el parque.
Hasta ahora, no había tenido necesidad de responder preguntas tan profundas a una niña pequeña. Pero se ve, que se está haciendo mayor y cada día se plantea más cosas.
“Entonces, cuando Coco murió ¿dónde fue? ¿dónde está?”
(Coco era uno de nuestros perros. Murió de cáncer con 12 años.)
“¿Está en el cielo?, ….  ¿Y si está en el cielo, cómo ha llegado hasta allí?”
“A ver, …. cuando Coco murió, no teníamos un sitio donde enterrarlo y el veterinario nos dijo que podíamos entregarlo a los servicios municipales (basurero), o podíamos llevarlo a un sitio donde nos diesen sus restos (cenizas).”
“¿Sus restos? …….¿Qué restos?”
Madre mía, esto se complica!!!, ….
“Pues verás,… cuando una persona o un animal muere, … su cuerpo ya no tiene vida, y empieza a arrugarse como una pasita,  hasta que se convierte en polvo o cenizas.”
“¿Cenizas?…. ¿Y donde están las cenizas de Coco?”
“Las tengo yo. En casa.”  Solté muy a la ligera, sin medir las consecuencias.
Se quedó muy pensativa y me soltó: “¿Cuando volvamoss a casa, las puedo ver?”
Dicho y hecho, … lo primero que dijo cuando salió del cole. “Vamos a casa y me enseñas a Coco”
“Madre mía,…  no se le ha olvidado!!.”
Le enseñé con cuidado una pequeña caja, que contenía una bolsa hermética con lo que parecían, … los restos de una barbacoa.
Me miró pensativa y dijo: ” Pero, …. entonces, ¿no está en el cielo?”
“El cielo es el lugar donde mantenemos con vida a los seres que queremos. Mientras nos acordemos de ellos y los queramos, su alma estará cerca de nosotros.”
Me miró fijamente, sonrió y se fue a hacer los deberes.
Mi perro murió en mis brazos, entre “caricias y te quieros”.
Y ese mismo día tuve la certeza que el día que yo abandone este mundo, lo primero que escucharé será su ladrido llamándome.
El hecho de que todavía hoy conserve sus cenizas se debe a que no he encontrado un lugar adecuado para que reposen en paz.
Quién sabe, … lo mismo están aguardando las mías.

Es comprensible que las personas que no han vivido con animales no lleguen a entender “el amor y el apego”  que les podemos llegar a tener a estos seres que tanto nos dan a cambio de una caricia o unas bonitas palabras. Llegando a ser parte de los nuestros,… de nuestra familia más querida.
¿Has pasado alguna vez por esta experiencia?
¿Qué hubieses hecho tú?

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