En la acalorada discusión, el que pagó los platos rotos fue el loro, al que el hombre rompió las alas tirando de ellas hacia atrás para que no se escapase, y se lo dio al Pitbull que tenían en la casa. El periquito con el que el loro compartía jaula consiguió escapar. Los niños y la mujer esperan que vuelva, pero estoy seguro que después de haber visto lo que vio, querrá irse muy, muy lejos.
Lo único que me consuela de esta historia es que la policía de Wichita arrestó al hombre, al que ahora van a juzgar por crueldad animal. Espero que tarden en dejarle libre, ¡pobrecito mi amigo loro!
¿Qué te parece esta noticia? ¿Cómo crees que deberían condenar a este hombre?