Siempre me cuesta decidir el título en este tipo de entradas porque poner "Kevin" a secas queda muy sosete. Menos mal que al hacer todas las fotos un mismo día y en una misma sesión tienen una nota característica, esa suavidad que veo en el gorrete peludo que hace las veces de cama, en la barbilla de mi pequeño (cuando no está pegajosa de tomate –se come el tomate como un tocinico–) y en los tonos cálidos tirando a vintage que he utilizado para editar las fotografías.
Hacía meses que no le hacía fotos decentes a Kevin. Es un poco desesperante, la criatura se mueve constantemente y de cuatrocientas fotos que disparo me quedo con treinta, pero compensa tener recuerdos tan bonitos. Siempre me arrepentiré de no haberle hecho fotos en condiciones cuando era un bebote de pocas semanas y me cabía en la palma de la mano... y para que esto no se vuelva a repetir, y aunque ahora ya no crezca a pasos agigantados como cuando era un cachorrito, me he propuesto este otoño fotografiarle más.
A él le gusta (porque sesión de fotos significa comida rica, que es lo único que funciona para que se esté quieto) y a mi me entran ganas de comérmelo a bocados cuando las reviso y las edito. Así que espero a partir de ahora traer más fotichuelas de este gordinflón por aquí
Ternura en estado puro... ¡no hay mejor forma de empezar la semana! ¡Un besazo!