En efecto, es un guardián estupendo, siempre vigilante y cuidadoso, muy dócil y leal. Claro que no es todo perfecto, y cuando tratas con perros, debes tener en cuenta que los defectos están ahí: rasgos de personalidad que quizá no son tan buenos como te gustaría.
El Bóxer tiene dos grandes defectos que pueden desatar el infierno en una familia bien avenida:
Es un perro bastante territorial.
Uno de los problemas de ser un perro vigilante es que en su cabeza marca un territorio que debe proteger, y eso hace que pueda ser un poco desagradable con los extraños, en especial otros animales. Problemas como el marcaje o la agresividad son bastante comunes.
¿Cómo lo solucionas?
Enseñándole que tú te ocupas del territorio y de los extraños va a convertir a tu Bóxer en un perro mucho más relajado y feliz. Para eso, lo que tienes que hacer es demostrarle que tienes el control de la situación, que tú pones las normas y tomas las decisiones. Por tanto, adiestramiento.
Es un perro muy activo.
Eso significa que tiene mucha energía y siempre tiene tiempo y ganas para hacer “algo más”. Dar otro paseo, perseguir la pelota, tirar de la cuerda… escapar de casa, correr por dentro, jugar duro, morder los muebles.
¿Cómo lo solucionas?
Ejercicio. No hay ningún atajo: tiene una cantidad X de energía, y necesita gastarla, punto. Si quieres evitar problemas destructivos o de hiperactividad, la única solución es darle mucho juego y muchos paseos, hacer muchas cosas que gasten energía y lo estimulen tanto física como mentalmente. Varía los juegos, prueba cosas nuevas, enséñale trucos… todo sirve para ayudar en este punto.
Estos son los consejos de hoy sobre el Bóxer. ¿Qué opinas?
Marcos Mendoza
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