Y os preguntaréis de dónde ha salido la idea de investigar cómo bebemos: pues fue porque Roman Stoker, uno de los autores del estudio, se fijó en cómo su gato Cutta Cutta bebía. Y se dio cuenta del equilibrio que encuentran entre gravedad e inercia.
Nuestra lengua alcanza una velocidad rapidísima y con la punta sorbemos el agua. Pero no todos hacen esto: los perros dejan caer sus lenguas y llevan el agua a sus mejillas.
La verdad es que no sé cómo lo hacemos, pero según he leído, cuando elevamos la lengua el agua se alinea en una columna líquida que crece por inercia, y cerramos la mandíbula para que el líquido no se escape antes de que la gravedad rompa la columna. No sabía yo que beber conllevara un proceso tan complicado...
¿Para qué crees que se puede aplicar este estudio más allá de saber cómo bebe un gato?