Si disfrutas de un gato como animal de compañía, te habrás dado cuenta de que los felinos son animales muy independientes que disfrutan haciendo lo que desean en cada momento. Este sentimiento de libertad provocará que tu mascota, si tiene la oportunidad, salga de casa y tarde horas, e incluso días en regresar.
Estos paseos y la necesidad de marcar el territorio son los principales motivos del encuentro de tu gran amigo con otros gatos callejeros que, posiblemente, padezcan enfermedades, constituyendo una fuente de contagio para tu mascota. El SIDA o Virus de Inmunodeficiencia Felina (VIF) es una de las afecciones más temidas que puede contraer tu pequeño animal si es infectado por otro ejemplar que lo padezca.
Transmisión de la enfermedad
Existen dos vías de transmisión de la enfermedad. La vía horizontal consiste en que el Virus de Inmunodeficiencia Felina (VIF) se contagia de gato a gato a través de fluidos orgánicos como la sangre y la saliva, siendo esta última la principal vía de transmisión. Un gato infectado que muerda a uno sano transfiere la enfermedad con un alto índice de probabilidad.
Los machos no castrados son los mininos más propensos a contagiarse. Las continuas peleas con otros gatos por querer marcar el territorio y por tratar de conseguir a las hembras en celo, los convierten en los principales portadores del virus. La mayor incidencia se presenta entre los cinco y los diez años de edad del gato y es mayor en los mestizos que en los de raza.
Por otro lado, la vía vertical se refiere al contagio de madre a hijo. Existen casos de transmisión a través de la placenta, en el parto y por medio de la leche materna.
Formas de presentación de la enfermedad
Si observas que tu mascota actúa de manera diferente y no se encuentra bien, lo primero que tienes que hacer es visitar al veterinario para que averigüe qué es lo que le sucede. El SIDA puede pasar desapercibido en un principio, ya que los síntomas que presenta -decaimiento, fiebre, vómitos e inapetencia- también son habituales en otras patologías.
Tu gato puede estar infectado y, de entrada, no mostrar sintomatología, pero este virus con el paso del tiempo comienza a bajar las defensas del animal provocándole muchos contratiempos. El curso de la enfermedad se divide en las siguientes fases:
Fase aguda: dura de 4 a 16 semanas aproximadamente y presenta alteración en el tracto respiratorio superior, diarrea y fiebre transitoria.
Fase de portador asintomático: no se conoce la duración de ésta fase; puede durar desde unos meses hasta varios años.
Fase de linfoadenopatía generalizada persistente: normalmente, cuando el gato va a la clínica veterinaria se encuentra en ésta fase. Presenta signos de anorexia, pérdida de peso, linfoadenopatía, fiebre y alteraciones del comportamiento.
Fase de complejo asociada al SIDA: en esta fase la salud de tu gato se agrava con diarrea crónica, estomatitis, adelgazamiento, linfoadenopatía e infecciones de carácter bacteriano. Varios estudios demuestran que la inflamación en encías, tejidos periodontales y lengua son las manifestaciones clínicas más habitual en gatos infectados por el VIF.
Fase de SIDA: aparecen alteraciones oculares, inmunológicas y neurológicas asociadas a la enfermedad.
?Cuándo hay que realizar la prueba?
Normalmente, cuando llevas a tu mascota al especialista, éste le hará una serie de pruebas para ir descartando posibilidades. La única forma de saber si tu gato está infectado es a través de un examen específico de VIF, para el que se necesita tomar una muestra de sangre.
Es aconsejable que se realice la prueba a nuevos gatos que van a entrar en un hogar donde ya hay otros gatos, a mininos recién adoptados y a gatos enfermos, aunque anteriormente dieran resultados negativos. Para los gatitos que tengan menos de seis meses y hayan dado positivo, se les deberá repetir la prueba a los seis meses de edad para asegurarse de si son anticuerpos maternos o los del propio gato.
Cómo prevenir la enfermedad
Esta cruel enfermedad podría traerte muchos quebraderos de cabeza y, si no se coge a tiempo, puede acabar con la vida de tu pequeño amigo. Hablamos de un mal frente al que no se dispone de una vacuna específica para tratarla, por lo que la prevención es tu mejor arma. Te aconsejamos que evites que tu gato conviva con ejemplares no domésticos. También es importante que, si no piensas cruzar a tu gata, te decidas por la esterilización para que así, no surjan los celos, una de las mayores causas de agresión entre los machos.
Debes recordar que no existe un tratamiento para detener esta dolencia, pero lo que si se trata son las enfermedades secundarias que provoca la inmunodeficiencia. Si tu gato, a pesar de estar infectado de SIDA, es diagnosticado a tiempo y se le realiza un tratamiento para fortalecer sus defensas, probablemente se evitarán otras dolencias desencadenadas en su organismo y podrá disfrutar de una buena calidad de vida, pero siempre bajo controles médicos.