Isis ya no está… Nunca pensé que me doliera tanto!!!! No sabía que se podía sufrir tanto!!!!
Llegaste a casa hace casi quince años y nos diste tantas alegrías. Eras pequeñita, demasiado pequeña quizá para estar sin tu mamá. Tenía que ponerte tu comida en un poco de leche para humedecerla y que la pudieras masticar, no tenías ni dientes. Luego te pillaste unas diarreas que hicieron que crecieras flaca y destartalada. Te curamos con la misma medicina que tantas veces le había dado a Iván. Y vomitabas continuamente porque tu estomago no estaba preparado aún para el tipo de comida. Pero saliste adelante. Con el tiempo te hiciste tan fuerte que nunca has sufrido ni siquiera un pequeño catarro. Cuando eras pequeña, y yo estaba en la cocina haciendo la comida, o tareas en las que te hacía poco o ningún caso, te subías agarrándote con tus pequeñas garritas a la pata de mi pantalón. Y aunque tus garras eran pequeñas aún, tuve durante bastante tiempo la marca de los arañazos que me hacías al subir, hasta colocarte encima de la encimera dónde estabas más cerca de mí. Siempre estuviste cerca de mí. Me acompañaste día tras día sentada sobre la mesa del ordenador, o encima de mí, o al lado, cerca, en el sillón. Iván tenía tan solo 11 años cuando te trajimos para él y no entendía porque eras suya y siempre te venias conmigo. Me diste tantas alegrías que nunca podre agradecerte lo suficiente. Y ahora ya no estás. No puedo creer que ya no vayas a estar nunca, que no vengas a saludarme cuando entre por la puerta, o cuando me levante por las mañanas.
Siempre supe que te querría, que me resultaría muy fácil quererte. Lo que no sabía era que me iba a doler tanto tu partida. Cuando hace algo más de dos años te operamos de los quistes malignos en las mamas, intenté prepararme para lo malo que pudiese venir. Luego llego la segunda operación, un año después, y no me atreví a pensar que aquello no era una buena señal. Te curaste y apenas en otro año más llegó lo del Linfoma. Y han sido solo quince días. No he podido acostumbrarme, no soy capaz de asumirlo, no soy capaz de dejar de llorar. Mi marido no sabe qué hacer, todos me llaman y me mandan mucho ánimo, pero yo no entiendo que ya no estés conmigo. Mañana cuando me levante y no aparezcas…… No puedo entender que ya no vayas a aparecer nunca. Recuerdo tu carita que no voy a volver a ver y no puedo soportarlo. Miro una y otra vez tus fotos y tus videos, y lloro, no puedo dejar de llorar. Sé que mucha gente no lo entiende, pero yo escribo esto aquí para que todos sepan cuanto te quise y como se puede querer a unos seres que nos dedican toda su vida. A mí, mañana, pasado o al día siguiente, se me habrá ido el primer dolor pero ahora no puedo dejar de sentirlo y me desespero. Siempre te querré, nunca olvidaré la huella que me dejaste y, desde luego, nunca pensé que se podría sufrir tanto.
Ya nada volverá a ser como antes. Sé que un día, más o menos lejano, el dolor se me pasará y terminaré acostumbrándome a que ya no estás. Entonces tendré el recuerdo de tu vida, podré disfrutar de los recuerdos de esa vida que nos regalaste para nuestro disfrute, compartiendo con nosotros juegos y picardías. Tu recuerdo no se irá nunca de nuestro lado. Fuiste nuestra compañera, nuestra amiga, ningún gozo se parecerá jamás al de sentir como me buscabas para sentarte conmigo, tu dedicación, tu preferencia. Tu confianza en mí. GRACIAS AMIGA, COMPAÑERA. Prometo no olvidarte nunca.
Hay algo de lo que me arrepiento. Y es de la cobardía de no haber sido capaz de acompañarte hasta el final. De aguantar acariciándote para que sintieses mi compañía. No he podido quedarme y te he dejado. Porque si me hubiese quedado, jamás hubiese sido capaz de dejarte. Te he dejado tu gatera para que te diera seguridad y me han asegurado que no te dabas cuenta de nada. Ahora siento un poco de remordimiento, solo que no he podido. Te he mirado y me he tenido que ir, porque si me quedo te hubiese llevado conmigo sin ser capaz de separarme de ti. Y esto es algo que te debía. Te debía el no sufrimiento, la tranquilidad de poder marcharte en paz y sin dolor. De esto me han tenido que convencer tan largo y tendido que, egoístamente he estado cerca, por tenerte un poco más, de hacerte sufrir con tu enfermedad. Perdóname. Ojalá existiera un Cielo donde reunirnos después. Yo estaría esperando con ansiedad, no me importaría la vejez solo por el consuelo de volver a verte.
Quiero que todo el mundo sepa que TE QUIERO lo mismo que a mi padre cuando murió. El sentimiento puede ser distinto, pero el dolor no es menor