Una de las características del alimento y de particular importancia en el gato es la palatabilidad. El gato es un consumidor sumamente delicado en cuanto a su paladar. Es muy sensible al aroma, forma, textura y gusto siendo éstos los principales factores que determinan la palatabilidad de un alimento. La vista y el oído, aunque están muy desarrollados en el felino doméstico, contribuyen muy poco en la elección del alimento.
Los colores o formas de fantasía de los alimentos resultan atractivos a la vista del hombre, pero no ejercen tal influencia en el gato. Al respecto, es importante recordar que un alimento que sea apetecible y nutritivo para el hombre, no lo será así para su gato, ya que posee unas características sensitivas, metabólicas y nutricionales diferentes. Además conviene tener en cuenta determinadas características del comportamiento alimentario del minino.
Cuestiones sobre el aroma
La zona olfatoria del cerebro en estos animales de compañía ocupa una gran proporción en comparación con la totalidad del cerebro. Esta relación es del orden de 6 en el gato mientras que en el hombre, por ejemplo, es de 0,3. El umbral de detección de los olores (mínima concentración de sustancia aromática que desencadena una respuesta olfativa), es muy bajo y varía en función de la sustancia que lo produce y del aprendizaje.
Las moléculas que originan las sensaciones olfativas son, por naturaleza, sustancias volátiles a temperatura ambiente. En el momento de la inspiración, alcanzan el órgano olfativo situado en la parte superior y posterior de las fosas nasales. Existe una segunda vía de acceso, llamada retronasal, en la que el aire llega al órgano olfativo durante la espiración y que, cuando la cavidad bucal contiene alimentos contribuye a la percepción del gusto.
La sensación olfativa aparece aproximadamente medio segundo después del contacto entre la sustancia volátil y la mucosa nasal. La interacción entre estas moléculas y los receptores de la mucosa nasal origina un fenómeno eléctrico que constituye una especie de codificación llamada imagen olfativa. Esta imagen es ?leída? e interpretada en el cerebro. La imagen es tan rica en posibilidades que podría codificar un número incalculable de olores distintos.
El olfato se va perdiendo
Después de cierto tiempo (de una a dos horas) de estimulación intensa, los receptores se desensibilizan. Este fenómeno de fatiga olfativa se observa con todos los olores. Existe también un fenómeno de adaptación por el cual se deja de percibir un olor presente (aumento progresivo del umbral de percepción). La agudeza olfatoria básica aumenta cuando el animal tiene hambre y desciende en función de la saciedad.
El sexo, la edad, el entorno y ciertos medicamentos influyen en la percepción del aroma. Las hembras poseen una mayor sensibilidad a los olores que los machos. A medida que el gato envejece el olfato es el primer sentido que se pierde. El aumento de temperatura, el viento y las gotas de lluvia afectan a la función olfativa disminuyendo su agudeza. Ciertos medicamentos por su acción vasoconstrictora, vasodilatadora o antimitótica interfieren en la percepción del olor.
Saboreando el alimento
La percepción del gusto tiene lugar a través de las papilas gustativas que se encuentran en la lengua y la cavidad bucal. El número total de papilas gustativas que posee un gato es de 473 frente a 9.000 en el hombre. Los compuestos solubles no volátiles del alimento contactan con las papilas gustativas gracias al efecto de la saliva durante la masticación. El desarrollo de las preferencias gustativas comienza antes del nacimiento.
Las preferencias innatas derivan del paso de ciertos compuestos presentes en la sangre materna a través de la placenta hacia el feto y de las glándulas mamarias hacia el lactante. Durante los primeros días de lactancia, varios compuestos liposolubles presentes en la leche materna contribuyen al establecimiento específico y duradero de las preferencias en el gato. Este suceso se magnifica al imitar el cachorro los hábitos alimentarios de la madre y por el acondicionamiento según la distribución de las comidas durante este periodo.
Factores condicionantes
La variedad de texturas y sabores a los que están expuestos desde la cuarta semana y hasta la edad de seis meses condicionará en gran medida los hábitos alimentarios de los gatos adultos. Entre los factores que modulan la percepción del gusto los más importantes son el sexo, la edad, la salud general y ciertos cuidados médicos del animal.
Las hembras son más receptivas a los sabores dulces que los machos. En lo que respecta a la edad, las capacidades sensoriales disminuyen según el minino va acercándose a la vejez. La sensibilidad gustativa es menor al principio y al final de la vida. En cuanto a la salud general, señalar que los efectos de ciertas patologías como diabetes, trauma craneal, disfunción tiroidea, así como determinados medicamentos, modulan la percepción del gusto.
Tipos de sabores
- Umami: este sabor se debe a la presencia de glutamato y ciertos nucleótidos. Es un aliciente que multiplica la intensidad de los sabores y es responsable del regusto de los alimentos.
- Salado: el umbral perceptivo de este sabor en el gato es mayor que en los perros.
- Amargo: procede de una gran cantidad de ingredientes (taninos, alcaloides, etc.). Los gatos son muy sensibles a este sabor. Esta percepción permite que el animal evite las sustancias tóxicas de sabor amargo.
- Ácido: cuanto mayor sea la cadena del ácido, mayor será la percepción de este sabor. Los gatos muestran aversión hacia los ácidos grasos de cadena mediana sin que les disguste los de menor tamaño. Prefieren el sabor ácido al amargo, que a su vez es preferido por el salado.
La forma y la textura
El proceso de elaboración (extrusión, tamaño y forma) y la formulación (humedad, grasas y proteínas) determinan la textura del alimento. Ésta es importante en las fases de prensión y triturado mientras está comiendo el gato. La forma viene determinada por las características de los ingredientes y del proceso de elaboración. El resultado de los análisis de palatabilidad en productos idénticos en tamaño y formulación pero con forma distinta demuestra la importancia de esta variable.
En los felinos domésticos la palatabilidad aumenta al ser menor la dureza del alimento y mayor la capacidad de rehidratación. El efecto de la humedad es más importante que la dureza en lo que a palatabilidad se refiere. Teniendo en cuenta la morfología maxilofacial de determinadas razas de gatos se observan diferencias en cuanto a la preferencia de alimento por su forma y textura.
Un ejemplo es la raza persa que por su morfología braquicéfala posee un modo de prensión de los alimentos diferente al de otras razas. Al emplear la parte inferior de la lengua para adherir el alimento les resulta más cómodo que el éste posea una mayor superficie de contacto.
La conducta alimentaria
La especificidad en la conducta alimentaria de los gatos precisa vigilancia respecto a las condiciones materiales en las que se presenta el alimento. Para una misma comida, se prefieren los recipientes de porcelana a los de cristal o plástico. La presentación de la ración en contenedores de acero puede producir fenómenos de aversión. Los recipientes limpios, poco profundos, con un diámetro inferior a 16 cm. son los más apreciados. Se deberá evitar la utilización de recipientes dobles, ya que facilitan la contaminación del agua por la comida o por el mismo animal, dando lugar a una ingesta insuficiente de agua como consecuencia de la aversión.
Para los gatos, la colocación del recipiente es muy importante, aunque es a menudo ignorada por motivos prácticos. La organización espacial del gato esta compuesta por tres esferas: descanso (donde duermen), eliminación (donde orinan y defecan) y alimentaria (donde comen y beben). Debemos recordar que la conducta alimentaria del gato -varias comidas durante el día y la noche- precisa de la presencia simultánea de las tres esferas.
La superposición, aunque parcial, de estas esferas provoca fenómenos de inhibición. Deberá haber una distancia mínima de 50 cm. entre las esferas para poder liberar al gato de cualquier posible inhibición referente a la alimentación, eliminación o descanso. El gato no es un comedor voraz y realiza un promedio de 10 comidas de dos minutos de duración al día ingiriendo unos 5-6 gramos por comida a una velocidad media de 1-8 gramos por minuto. No todas las razas tienen el mismo patrón de consumo: el siamés, por ejemplo, supera el promedio de tomas diarias y de la velocidad de ingestión.
Fuente de información: Royal Canin