Inteligente, obstinado, muestra desconfianza hacia los extraños y una desmesurada devoción por el dueño. Tiene las cualidades de un perro de guarda aunque no ataca sino que se limita a indicar la presencia del extraño con un gruñido.
No roen zapatillas, ni muebles, ni hacen pozos en el patio.
Son muy remolones.
Ellos escogen a su dueño y a partir de allí se convierten en su sombra. Pueden obedecer a los demás integrantes de la familia, pero depositan una confianza ilimitada en su amo.
Uno no posee un shar pei, sino que es poseído por él.
Es un animal muy curioso, trata de investigar todo, sobre todo cuando hay cambios en la rutina diaria. Es muy sensible, y puede ofenderse si se actúa de modo injusto con él.
Son muy reservados con los desconocidos. No les gusta ni la lluvia ni el agua, evitan a toda costa los charcos cuando salen a pasear.
Es un perro que ladra en contadas ocasiones, no se deja acariciar por extraños.
El pei no hace sus necesidades adentro, aprende muy rápido y fácil.
Pero, no es un perro apto para cualquier persona: necesita sentirse querido y formar parte de la familia, además de que requiere mayores cuidados que cualquier otra raza”.