Judy, valiente como solo un perro puede serlo, no solo llegó a la costa, sino que volvió al agua para rescatar a los soldados que se ahogaban en el mar del sur de China.
Los fue a buscar uno a uno, incansable, hasta que los llevó a todos a tierra. Después los guió hasta una fuente de agua. No hubieran sobrevivido de no ser por ella.
Por desgracia, las tropas japonesas los encontraron, y los soldados fueron apresados. Judy se negaba a abandonar a sus humanos, y estos lograron esconderla entre ellos para llevársela. Una vez en el campo de prisioneros, parece que a los japoneses no les importaba mucho su presencia… aunque pronto empezaron a molestarse.
Fue una guerra muy dura, y el trato a los prisioneros era terrible. Los japoneses fácilmente se daban a los golpes contra los británicos que tenían apresados, pero esto era algo que Judy se negaba a aceptar. Sin miedo, se lanzaba contra los atacantes cada vez que sucedía, aunque después era ella la que sufría.
Los japoneses casi la mataron, no era más que una perra, pero uno de los soldados, Frank, los convenció de que la trataran como a otra prisionera de guerra. Esto, por lo menos, le salvó la vida a Judy, que siguió luchando, que sufrió igual que el resto… pero sobrevivió.
En 1945, por fin, Judy, Frank y el resto de prisioneros fueron liberados y volvieron a casa. La pointer recibió una medalla por su valor y su entrega a los soldados ingleses.
Marcos Mendoza
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