ENTENDIMIENTO CORDIALObservar y comprender los gestos del caballo, su lenguaje corporal, vocal y facial es importantísimo para lograr establecer una buena relación con él. Además, la edad, la raza equina, el nivel de doma y la pedagogía también ayudan. Pero, dejando aparte el bagaje en cuanto a conocimientos caballares, cabe decir que tanto la personalidad del propietario como la de su montura igualmente son factores influyentes cuando se trata de trazar lazos de amistad. Las afinidades entre individuos se crean gracias a los puntos de conexión (complementarios o antagónicos) existentes entre ambos. Los caracteres o bien se agradan o pueden repelerse. También dicen que los polos opuestos se atraen. Por lo general, un jinete excesivamente sensible y emotivo trabaja mejor con un caballo tranquilo (que no se espanta ante el más leve sonido, ni se embala llevándose consigo todo cuanto encuentre por delante en su huída). Por el contrario, un jinete temerario, lleno de coraje y seguro de sí mismo probablemente preferirá montar a un caballo de la misma naturaleza (con mucha sangre y lleno de nervio). Asimismo, es factible que al propietario serio y disciplinado no le entusiasme trabajar con un ejemplar lento y perezoso.
ACERCARSE EN EL BOXSe recomienda acercarse al caballo que está en el box llamándole por su nombre y abordándolo lateralmente, acariciándole el cuello. Si el jinete se le aproxima por detrás y le asusta, el ejemplar puede soltarle una coz. Por ello, antes de entrar, conviene estudiar cuál es la actitud del équido. Puede volverse de espaldas como signo de estar relajado o, por el contrario, demostrando una ausencia total de interés. Su cuerpo y su cabeza aportan valiosa información acerca de su estado anímico. Las extremidades, por su parte, transmiten mensajes muy precisos. Si escarba con uno de sus anteriores, el animal está demandando algo en concreto o se prepara para revolcarse. Las operaciones de limpieza y cepillado del caballo permiten al jinete conocerle mejor, además de revelarle cualquier problema de salud que padezca el animal. Un équido postrado, indiferente ante lo que pasa frente a él o apagado da muestras de fatiga o sufrimiento físico o psíquico. Si está agresivo, presto a morder o a botarse cuando se le limpian los cascos, es posible que recuerde un maltrato anterior o que haya sido mal educado. Como ocurre con los humanos, los equinos también pasan por periodos de estrés, de alegría y felicidad o de tranquilidad. La rutina del trabajo en el caminador, los esfuerzos intensos durante una competición o un entrenamiento excesivo perturban al animal, y éste reacciona con un cambio en su habitual forma de comportarse. Irascible o nervioso cuando hay que entrenar o bien en el momento de volver al box, él también necesita sus momentos de evasión. Por ello, es muy importante que goce de periodos de libertad en el prado y que salga de paseo regularmente.
¿TUMBADO TODO EL DÍA? Como muchos otros cuadrúpedos herbívoros, los caballos dormitan alrededor de 4 horas diarias de pie o tumbados alternativamente, con el objetivo de dar descanso a sus extremidades. Sin embargo, algunas actitudes anormales deben llamar la atención del propietario. Si el ejemplar está demasiado tiempo estirado, hay que sospechar que algo se cuece en su interior. Un ritmo de trabajo sostenido no justifica forzosamente una fatiga extrema, por lo que se recomienda consultar con el veterinario.HA DEJADO DE
COMERPor nervios, estrés o neurosis, un caballo puede dejar de comer. Es, entonces, tarea del propietario descubrir si ello es un simple indicio de que el ejemplar tan sólo reclama algo de atención o afecto o bien si el problema es mayor. En ese caso, puede ser necesario establecer un estricta vigilancia con visita del veterinario incluida. En ocasiones, el caballo se aburre y se siente prisionero de un modo de vida que no se complementa bien con su naturaleza. Si el ejemplar no tiene contacto con otros sujetos, no sale de paseo o se ve privado de una correcta alimentación, su equilibrio particular se verá afectado. Un caballo feliz suele recuperar el apetito con mucha facilidad. Aire fresco y espacios amplios siempre son una buena combinación para cualquier équido.
HUIDAS EN EL PRADOAlgunos caballos reaccionan de forma distinta cuando se encuentran en un prado o en medio de grandes espacios naturales. Su naturaleza salvaje se manifiesta de forma repentina y les empuja a partir al galope, sobre todo si se trata de un ejemplar joven y miedoso, poco acostumbrado a llevar la silla o convaleciente de una herida física o moral. Además, un animal que se encuentre en manos de un nuevo propietario podrá demostrar cierta desconfianza mientras espera detectar las primeras muestras de simpatía. La libertad siempre es un bien muy preciado a ojos del caballo, ser independiente y sociable a la vez. Por eso, para conseguir su afecto es muy importante visitarlo con regularidad, hablarle con cordialidad, acariciarle y premiarle con alguna que otra golosina. Amado y respetado, el équido reconocerá a su propietario con alegría y, posiblemente, se dejará tentar por un dulce a la hora de aceptar la silla sin problemas.
MIEDO AL VANPaciencia, paciencia y paciencia. Solamente así se consigue que el equino que siente pavor ante la idea de subir al van logre vencer ese terrible miedo. Además, es importante tratarle con gestos suaves (desprovistos de cualquier muestra de brutalidad) y formularle demandas muy claras que permitan que entienda que no hay peligro alguno por el hecho de subirse a la rampa. Eso sí, jamás debe mentírsele. El caballo confía en su jinete y tiene memoria; si éste le engaña o decepciona, lo recordará.
PÁNICO A LOS VEHÍCULOSEn el transcurso de un paseo, un caballo se lanza a la fuga tras ver un tractor rojo en el campo. Si un jinete novato tira de las riendas para frenarlo, el ejemplar asociará el tractor rojo con el dolor y lo registrará para su próxima excursión. Para dominar al caballo, antes es importante conocer cómo piensa y reacciona. Como no es un depredador, es importante darle cierta libertad para que pueda analizar la situación por sí mismo y comprender cuál es su entorno. Provocar dolor en un animal asustado no hace sino reforzar su miedo.