Y es que anticipamos nuestra angustia por los gestos y las señales previas al estruendo. Por ejemplo, cuando hay un partido de fútbol en el que notamos el nerviosismo de nuestros dueños, intuimos que eso implicará el ruido de los petardos. Y yo intento tranquilizarme, pero a veces me pongo tan nervioso que no puedo dejar de temblar. Alguna vez, incluso, he llegado a vomitar por miedo.
Para evitarlo, los investigadores han dado varias opciones, que van desde la medicación con ansiolíticos recetados por el veterinario, el adiestramiento con un etólogo para que el miedo desaparezca, o la creación de una 'zona segura' en casa, en la que no escuchemos tanto los ruidos y podamos relajarnos.
¿A tu perro le da miedo el ruido?
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