Nuestros perros viajan en autocaravana, y ¡lo peor es que les encanta!
Si tienes perro, y ya ha viajado en autocaravana, sabrás de qué te hablo.
En la sección Sobre nosotr@s ya te conté que tenemos 3 perros, lo sé, una locura. Además, cada uno viene de un sitio diferente, y tienen caracteres distintos, pero si algo les encanta a los tres por igual, es viajar en autocaravana.
Les pirra subirse en la autocaravana, de hecho, cuando empiezan a ver movimiento de maletas, se desata la histeria colectiva, aúllan, lloran, y se desesperan porque llegue el momento de subirse e irnos, una vez dentro, se relajan, y pasan dormidos todo el viaje sin moverse.
Tenemos unas cuantas anécdotas con ellos como protagonistas, Zeus en una ocasión se comenzó a encontrar indispuesto, y nos tuvo toda la noche saliendo cada dos horas, a hacer aguas mayores.
A Zeus le encanta subirse en los asientos de la cabina, así que a la mínima que nos despistamos, ya está de conductor o de copiloto, o cuando da un salto y sin necesidad de escalera se sube a la cama de capuchina, porque él lo vale.
En otra ocasión, mientras nos echabamos la siesta, aparcados en el parking de un centro comercial, una pareja comenzó a dar vueltas por la autocaravana, con no buenas intenciones, en esos momentos yo ya estaba despierta y pendiente, pero sin moverme para no despertar a nadie.
De pronto, intentaron asomarse por la ventana de atrás que estaba algo abierta, el susto que se llevaron al escuchar ladrar a tres perros enfurecidos les hizo subirse al coche y salir corriendo, un punto para esos perros que protegen las autocaravnas.
Pero la que mejor recuerdo, y de la que ahora me río, pero en su momento, fue una noche bastante tensa, tiene como protagonista a Noah.
Noah y Meme duermen en la parte de atrás de la autocaravana, en la litera de abajo, mientras nosotros saliamos a cenar ella se coló desde la cama al garaje de la autoracaravana, donde teniamos el pienso para ellos, y se dió un festín.
Los cocker son glotones por naturaleza, y ella no podia ser distinta.
¡¡¡Se zampó ella solita (Meme le ayudó un poco) más de dos kilos de pienso!!
Cuando llegamos respiraba como si se hubiese comido un buen cocido maragato y fuese el momento de la siesta.
Era bastante tarde y no había un veterinario a kilómetros a la redonda, con lo que pasamos la noche paseo arriba, paseo abajo para que aquel atracón bajase y se estabilizase la situación.
Lo pasamos realmente mal pensando que le podría ocurrir algo, pero finalmente, acabó en un susto y en el aprendizaje de que el pienso no se deja al alcance ( ni siquiera cerca) de Noah.
¿Tienes alguna anécdota con tu perro en la autocaravana?
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