Dicho lo cual, os dejo con la experta en historia. Es el turno de María:
Nuestro recorrido fue el siguiente: parque de Belvís, Rúa de San Pedro, parque de Bonaval y Museo do Pobo Galego. Parece demasiado ¿verdad? Pero no os preocupéis; a pesar de lo mucho que se puede ver en estos lugares emblemáticos, solo hemos escogido unos pocos para daros ideas, y que vosotros mismos descubráis el resto. A nosotros no nos llevó más de cuarenta y cinco minutos, yendo paseniño, observando la maravilla del paisaje. Y lo cierto es que lo es. Después de cinco años aquí, todavía hoy me sorprende la facilidad con que, en solo cinco minutos, pasas de estar en pleno centro, a respirar la frescura del verdor compostelano. Puede que la lluvia sea un condicionante importante para pensarse dos veces si salir o no con tus mascotas; sin embargo, yo creo que es una de las mejores oportunidades para contemplar la ciudad en su esplendor. Afortunada, o desgraciadamente para algunos, sucede muy a menudo, sobre todo en invierno. Yo creo que con un paraguas tamaño siete parroquias y unos buenos chubasqueros ¡no hay chaparrón que se nos resista!
Parque de Belvís
Así pues, comenzamos. Nuestra travesía se inicia en el parque de Belvís, con una lluvia incesante como compañera de viaje y a la vez musa de tan hermosos parajes. Este parque es uno de los espacios verdes más hermosos de Santiago de Compostela. Una de sus singularidades es el pequeño arroyo que corre por él. Además, dispone de una zona en la que está permitido soltar a nuestros perros.
Convivencia guauuuu
El parque es el nexo entre la zona vieja y las grandes edificaciones del Convento de Belvís y el Seminario Menor. El primero fue fundado en el siglo XIV. A pesar de su austera apariencia, fue reedificado bajo el estilo barroco por el arzobispo Antonio de Monroy (1634-1715), de la orden de los dominicos. La iglesia es legado de un nombre histórico para Compostela: Fernando de Casas y Novoa. Fue quien proyectó la fachada del Obradoiro, en la Catedral. Junto al complejo, se encuentra el seminario, un edificio portentoso, perfectamente visible por estar situado en la cima de una de las colinas de la urbe. Se construyó en los años cincuenta del pasado siglo, con características de diversos estilos, lo que lo convierte en una obra ecléctica. A la vez que seminario, es también colegio y albergue para los peregrinos.
Seminario Menor
Finalizada nuestra vuelta, directos que nos vamos a Bonaval. Subimos por el Barrio de Belvís, solo hay que seguir la dirección de la calle. Esta es otra de las particularidades de la metrópoli: todo está comunicado, y no es necesario dar vueltas inútiles para llegar a nuestro destino. El otro día, aún di con un nuevo atajo, y ahora ahorro cinco minutos en llegar al Campus Sur desde el Parque de Galeras (¡sí, sí! No tardaremos en ir por allí).
Belvís
Volviendo a Bonaval, este era una antigua finca y cementerio del convento dominico. A través del proyecto del arquitecto portugués Álvaro Siza (1933), la zona se rehabilitó como parque. Este mismo artista fue quien diseñó el CGAC (Centro Gallego de Arte Contemporáneo), uno de los museos que, junto con el do Pobo Galego, enmarcan una de las entradas al recinto. Es un jardín urbano, que destaca como ejemplo de perfecta adaptación a la topografía y a los elementos preexistentes. Sus onduladas formas condicionan la disposición de los senderos y las bancadas. Al igual que Belvís, el agua es uno de los elementos que hacen del entorno una conjunción perfecta. Y es otra de las zonas compostelanas en las que se permite soltar a los perros. Desde aquí, se contemplan incomparables vistas de la ciudad, jugando continuamente con las perspectivas. Sin duda, un marco excepcional para las creaciones artísticas.
Cementerio de Bonaval
Parque de Bonaval
Entre senda y senda, hallamos la iglesia y el convento, como dijimos, de Santo Domingo, hoy convertido en Museo do Pobo Galego. La iglesia data del siglo XIV, siguiendo los cánones de la arquitectura mendicante de dicha orden. Se contextualiza en el gótico, aunque podemos apreciar reminiscencias románicas, como prácticamente todas las construcciones compostelanas. Y, por supuesto, de nuevo vemos la influencia del barroco, sobresaliendo los retablos de Pedro Taboada y Castro Canseco. Sin embargo, lo que más os sonará es el Panteón de Gallegos Ilustres. Allí reposan los restos de escritores como Rosalía, Castelao, o el escultor Francisco Asorey, entre otros. Finalmente, está el convento. Se cree fundado a principios del siglo XIII, por Santo Domingo de Guzmán, aunque el edificio actual es del XIV. Así mismo, volvemos a encontrar reformas en el barroco. En 1912 fue declarado Monumento Nacional. Puede que ya lo conozcáis gracias a su espectacular triple escalera de caracol. Gracias a sus independientes rampas, se accede a cada uno de los pisos. ¡Tened cuidado! No hagáis como yo, e id acompañados por si os causa vértigo, jaja.
Museo do Pobo Galego
Y así da término nuestra andadura. Húmeda pero para recordar ¡y repetir! Ahora a casa a secarnos todos. ¡Hasta pronto!
NOTA: Aceptamos propuestas para nuevas rutas