Las presentaciones deberán hacerse sin prisa, con premeditación y con total tranquilidad, bajo vigilancia constante y en terreno neutral (nunca en las zonas de descanso habitual del animal que ya está en casa), ya que el "perro veterano” puede sentirse invadido y reaccionar de primeras de forma exagerada si el cachorrito se adentra en un espacio que reconozca como suyo (por ej. su cama o mantita). Intervén lo justo y deja que puedan estudiarse a su ritmo. En muchos casos, el recién llegado no tendrá reparos en ir a saludar al adulto que se puede mostrar desconfiado y reacio. En estas situaciones, la premisa es proteger al "veterano", retirando al cachorro si se pone demasiado juguetón o insistente.
Ojo también si existe una gran diferencia de tamaño entre ambos. De primeras, un perro adulto nunca hará daño a un cachorro de forma intencionada pero, es imprescindible supervisar los encuentros para intervenir en caso necesario. Por ejemplo, si se ponen a jugar y el adulto es mucho más grande y pesado además de un poco brutote, puede lastimar al pequeño con patas y/o boca sin querer.
Algunos consejos para los primeros días:
Premia con una caricia o una golosina cada vez que se porte bien cuando estén juntos y tranquilos.
Nunca dejes solo al cachorro con el otro animal hasta que estemos seguros de las reacciones de ambos, de que se conocen suficientemente, se han hecho “amigos” y, sobre todo, que el mayor sepa medir la fuerza en el juego con el cachorro.
No desatiendas a los veteranos de la casa y dedícales el mismo tiempo y el mismo cariño que al nuevo (lo que implica repartirte entre todos ellos de forma que todos puedan disfrutar de un rato de interacción contigo).