En este caso, Ruby, pitbull de pura raza, era una perrita increíblemente bien educada, entrenada a la perfección y que además era perra de terapia (es decir, acudía a hospitales, colegios y residencias para alegrar el día a enfermos, niños y ancianos).
En estas circunstancias, una noche resultó extremadamente raro que empezara a ladrar sin parar. Sus humanos intentaron ignorarla (mal hecho), porque tenían mucho sueño; había sido un día largo en que habían estado haciendo obras e instalaciones nuevas, y solo querían descansar.
Pero Ruby ladraba y ladraba, sin parar, sin descansar, incluso comenzó a rascar su puerta. Al final, como sabían que era una perrita muy bien educada y correcta, se acabaron levantando para ver qué le estaba pasando. Fue entonces cuando notaron el olor a propano en el aire. Por lo visto, la nueva instalación de la caldera de propano en el sótano estaba mal hecha, y había una fuga.
Lo cierto es que podrían haber muerto mientras dormían por envenenamiento de monóxido de carbono. Así, estos humanos le deben la vida a su pitbull, Ruby, que notó el olor y comenzó a ladrar compulsivamente para despertarlos y sacarlos de allí cuanto antes. Sabía muy bien que aquello no era bueno.
Ahora, ¿de verdad el pitbull es tan malo? Hmmm, tengo mis dudas, ¿y tú?
Marcos Mendoza
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