Con tan sólo un año de vida fue abandonado en una perrera, pero afortunadamente sólo pasó un mes allí. Hasta que yo lo encontré y nada más vernos supimos que a partir de entonces siempre íbamos a estar juntos. De esto han pasado sólo tres meses y medio, pero siento como si siempre hubiéramos estado juntos. Es como mi hijo, aunque no tengo ninguno. Bueno, seguro que sabéis lo que digo, porque vosotros también sentiréis por vuestros perros lo mismo que yo. Lo importante es que Suko me devolvió la alegría a mi vida y yo a la suya.