Un pelo sano, un perro libre de alergias y con la energía necesaria, con la fuerza, velocidad y equilibrios necesarios justifican tanto detalle a la hora de seleccionarles la comida pero, ¿cómo saber cuál es el mejor pienso que conviene a nuestro perro?, ¿en qué nos debemos fijar para saber si estamos ante un preparado de excelente calidad?
Imagen: animalmascota.com
La raza, primer filtro
No es lo mismo alimentar a un perro de raza activa, cuya predisposición a moverse y a denotar hiperactividad esté muy presente, que un perro más acostumbrado a moverse poco y que guste de estar recogido en casa.
Por ello, los especialistas en nutrición canina, suelen dividir sus preparados especialmente en razas para así atender a las necesidades de cada perro y al desconocimiento del dueño en materia de alimentación.
Razas gigantes: propia de perros como el Gran Danés, el Mastín, etc.
Razas grandes: Pastor Alemán, Labrador, etc.
Razas medianas: Bulldog, Beagle, etc.
Razas pequeñas: Chihuahua, Pequinés, Caniche, etc.
Razas específicas: indicadas por el fabricante.
Calidad: siempre presente
Debido a que no debemos ni somos expertos en la cata de piensos, debemos encomendarnos a los ingredientes y sus porcentajes que indique el fabricante en el etiquetado como guía para conocer la calidad del producto.
Jamás debemos dejarnos engañar por reclamos que nos suenen a deliciosos y productos de alta calidad como el uso de pato, cordero etc., sino guiarnos por la cantidad de residuos minerales que contiene, ya que este es el indicativo de uso de cáscaras, plumas, picos, patas y otros residuos animales y vegetales que actúan de relleno y tienen poco aporte nutricional.
Cantidad: según el aporte calórico
No debemos dejarnos llevar por nuestra propia gula o la de nuestro perro a la hora de servirle la ración adecuada del pienso adecuado: nuevamente en el etiquetado se nos debe indicar la cantidad adecuada por ración, que no es más que la recomendada para que nutricionalmente la raza de nuestro perro reciba los beneficios de una alimentación equilibrada.
Lo natural es que se ofrezca entre las 200 y las 300 Kcal por cada 100 g. de media en un producto de excelente calidad para nuestra mascota: una cantidad mayor puede producirle sobrepeso y una menor ser un indicativo de estar ante un producto de menor calidad.
Las vitaminas: esencial para más allá de la nutrición
Normalmente los fabricantes se centran en la correcta nutrición del cánido a la hora de seleccionar los ingredientes y componentes activos de sus piensos, pero factores como un mayor contenido en vitaminas resulta también esencial a la hora de mejorar su sistema inmunológico, mayor protección para la piel y un pelo más fuerte y saludable, así como para el desarrollo correcto de sus músculos.
Grasas: ¿buenas o malas?
Que los perros se parecen a sus dueños se puede apreciar en hechos como que una alimentación rica en contenido graso resulta más atractiva para el consumo de nuestra mascota, pero al igual que ocurre con nosotros, un exceso produce obesidad que puede derivar en mayores problemas como dificultades respiratorias.
Lo adecuado para que el pienso resulte lo suficientemente atractivo para su consumo y que no produzca exceso de lípidos es que el contenido graso sea entre un 5 y un 20%
El envase: ¿realmente importa?
Los piensos suelen venir en formatos que van desde raciones individuales para casos específicos hasta formatos medianos o el más común, aquellos que rondan los 15 kilos.
Pese a que no suele ser factor determinante, la elección de envases plásticos o de cartón influyen según nos encontremos en ambientes húmedos o secos, ya que en el primer caso el cartón transpira mucho más que el plástico resultando prolífico para la producción de hongos si pasa mucho tiempo desde su apertura o almacenado.
Lo adecuado es que adaptemos el formato elegido al hábito de consumo, y que sea cual sea, no permanezca abierto por más de un mes para evitar que pierda aromas y sabores.