El complejo de pénfigo puede afectar a cualquier perro, independientemente del sexo y la raza, aunque es más frecuente en ejemplares de edad avanzada. No es una patología muy común, por lo que aún es desconocida para la mayoría.
Esta dolencia se desencadena por una serie de procesos autoinmunes vesículo-ampollosos. Es decir, en el organismo de nuestro perro se produce una reacción del sistema inmunológico desmesurada que termina atacándose a sí mismo. Esta agresión desde el interior se manifiesta en una serie de lesiones con forma de ampollas o vesículas.
Algunos de los tipos de la enfermedad pueden resultar mortales sino se diagnostican a tiempo. Por frecuencia de aparición, podemos diferenciar varias categorías: foliáceo, vulgar, bulloso y vegetante.
¿Cómo detectar los primeros síntomas?
En la mayoría de los casos, al principio se observa depresión, pérdida del apetito e incluso anorexia. En ocasiones se presentan cuadros de fiebre a causa de la infección. El picor y el dolor son variables, aunque no son el síntomas más destacados y, en la mayoría de los casos no son los indicios que originan la consulta.
Otra de las manifestaciones visibles es la aparición de lesiones vesículo-ampollosas que evolucionan a pústulas y costras. La localización de las lesiones varía en función del tipo de pénfigo, pudiendo observarse en la piel y en las mucosas. Además, pueden verse afectadas las almohadillas y las uñas. Si hablamos de un caso de pénfigo eritematoso, podemos observar despigmentación nasal y las lesiones se agravarán si las exponemos a la luz solar.
Cuando acudimos al veterinario la prueba más frecuente para detectar esta enfermedad es el examen histológico, es decir, una biopsia de piel. Asimismo, se puede diagnosticar a través de una entrevista con el dueño o en una revisión veterinaria ordinaria del can.
Los tratamientos actuales
Afortunadamente, esta enfermedad tiene cura si acudimos al veterinario a tiempo. El tratamiento más común se basa en una terapia inmunosupresora con corticoides por vía oral como medicamento principal. Si el problema está muy localizado, podemos recurrir a los corticoides por vía tópica. La ventaja de estos últimos es que tienen menos efectos secundarios que los primeros.
Para combatir las reacciones adversas de la medicación tales como la estimulación de la producción de orina y el ardor de estómago, entre otras, se pueden combinar los corticoides con otros fármacos inmunosupresores.
La visión del especialista
Este mal es muy poco frecuente y aún queda mucho por investigar. En los casos de pénfigo eritematoso y vegetante, el pronóstico es bueno porque suelen presentarse de forma muy localizada en la piel del animal y la recuperación está casi asegurada.
El problema lo encontramos con otros tipos, que pueden tener consecuencias graves e incluso letales si no se comienza pronto con el tratamiento o si éste no consigue controlar el proceso y frenar las infecciones secundarias.