Hay quien opina que los perros no deberían ser entrenados para entrar en el cuerpo de policía, los bomberos o el ejército, que esa no es su labor, que los pone en riesgo. A estas personas yo les quiero hablar contar una anécdota de Shep.
Shep es un perro policía como tantos otros en Estados Unidos. Era febrero del 2018, y el perro estaba en el auto con su compañero humano, persiguiendo a dos criminales a la huida. En un momento, los criminales saltaron de su coche y echaron a correr. Sin refuerzos, el humano, Camack, abrió la puerta y exclamó: ¡Cógelo, Shep!
¡Shep saltó a toda velocidad a la calle, y echó a correr! Camack fue tras uno de los criminales, y su perro, tras el otro. El humano atrapó al hombre y lo esposó. Para entonces, los refuerzos habían llegado, y siguieron los ladridos de Shep para encontrarlo echado sobre el criminal, que intentaba zafarse sin éxito.
La moraleja de esta historia es que el criminal hubiera escapado, al menos uno, de no ser por la presencia de Shep. Este es solo un caso, pero los hay a montones. De hecho, los estudios hechos con cámaras policía en el día a día demuestran que al menos la mitad de las detenciones se deben a los perros, que corren más y, en ocasiones, pueden llegar a ser más valientes que el policía medio.
Esto es válido para todos los «trabajos caninos». Se sabe de perros bombero que entran en edificios en llamas para buscar gente atrapada. Perros que rastrean bombas. O perros, benditos sean, que buscan supervivientes tras un derrumbe, y cientos de personas viven solo gracias a sus esfuerzos.
Hay que eliminar el estigma de los trabajos caninos. Los perros no solo son útiles: lo cierto es que les gusta trabajar. Con el debido adiestramiento, incluso tu perro puede llegar a hacer cosas como estas. ¿No te parece fascinante?
Marcos Mendoza
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