Las intoxicaciones del gato

Las intoxicaciones accidentales en el gato son siempre menos frecuentes que en otras especies animales, debido a la peculiar forma de ser de este felino. Es desconfiado por naturaleza, frunce la nariz y huele con desconfianza cualquier alimento nuevo. Además, selecciona mucho mejor la nutrición que un perro. Come según el hambre que tiene e ingiere la comida poco a poco, en pequeñas cantidades.



Pero aunque de todos es sabido que los gatos son muy cuidadosos y no se comen cualquier cosa, cada vez se diagnostican más intoxicaciones en este animal de compañía, quizás porque nos fiamos en exceso de ellos o porque cada vez hay más gatos en nuestras casas y nos atrevemos incluso a medicarlos.

Además muchos de los gatos con dueño salen de casa, con lo cual pueden tener acceso a sustancias que les pueden intoxicar, por lo que muchas veces no podemos estar seguros de dónde han estado o si han comido algún tóxico. A estos aspectos hay que unir su gran resistencia, que hace que a menudo no demuestren que en realidad están enfermos, lo que dificulta al veterinario la emisión de un diagnóstico claro basándose únicamente en la sintomatología que presente nuestro gato, inespecífica en la mayoría de los casos.

Principales síntomas

Los síntomas de intoxicación son principalmente de dos índoles. Por una parte, digestivos, que se muestran a través de anorexia, náuseas, vómitos, hipersalivación y diarreas. Aunque estos síntomas son signos de intoxicación aguda, es cierto que la sintomatología digestiva provocada por venenos es poco frecuente. Y por otra parte, neurológicos, que consisten en convulsiones, coma, modificación del comportamiento, temblores, agresividad, hiperexcitación, parálisis, dificultades de movimiento y pérdida de equilibrio.

También se pueden dar otros síntomas de tipo general como hipotermia o hipertermia, falta de apetito; o cardiovasculares, como arritmias. La aparición de los síntomas varía según la sustancia y la cantidad ingerida por el animal. Por ejemplo, desde el momento de la ingestión de anticoagulantes, como los raticidas, hasta el momento de la aparición de los síntomas, pueden pasar incluso algunos días. En este punto será difícil que el propietario recuerde las circunstancias de contaminación.

Llegar a un diagnóstico exacto es difícil, al menos de una intoxicación concreta, pero es importante para establecer el tratamiento en un animal intoxicado, ya que una vez conocido éste es relativamente sencillo establecer la terapéutica con las máximas garantías de éxito.

Intoxicaciones más comunes

Una de las intoxicaciones que más se dan es por insecticidas. Los gatos son muy sensibles a los efectos tóxicos de estos productos. La administración de éstos, ya sea en forma de collar, sprays o pulverizadores, cuyo uso no esté aprobado para gatos, supone un riesgo importante de intoxicación, que puede incluso causarles la muerte.

Los felinos se envenenan también por culpa de su innata tendencia a la limpieza. El gato que accidentalmente se ensucia el manto con sustancias tóxicas puede envenenarse lamiéndose durante su higiene cotidiana. El hecho de lamerse vuelve peligrosos incluso ciertos medicamentos aplicados sobre la piel, como las preparaciones dermatológicas y las soluciones antiparasitarias.

Las plantas también pueden causar una intoxicación a los felinos que viven en casa con plantas de interior, ya que suelen ser más tóxicas que las de exterior. Los gatos tienen el hábito de comer plantas, especialmente si son de vida interior y sedentaria. Gracias a la colaboración del Centro Veterinario Punta, señalamos los tóxicos más letales.

Venenos

  Arsénico: es un veneno con el que se fabrican herbicidas, insecticidas, preservantes de maderas y tratamientos para parásitos sanguíneos. Produce vómitos y diarreas a menudo con sangre, depresión, dolor abdominal, hipotermia y muerte.

  Estricnina: está presente en algunos raticidas, aunque actualmente está prohibido su uso. Algunas de sus consecuencias son convulsiones violentas, rigidez, hipertermia, parada respiratoria y muerte.

  Metaldehido: se utiliza en venenos para caracoles y babosas. En los gatos intoxicados, afecta al sistema nervioso y posteriormente al hígado, produciendo alteraciones del comportamiento, convulsiones, hipertermia, salivación, vómitos y diarreas, muerte por insuficiencia respiratoria en las primeras horas o por enfermedad hepática pasados unos días.

  Anticoagulantes: son comunes en los raticidas. Producen hemorragias a todos los niveles, dando lugar a hematomas, palidez de mucosa conjuntival (en los ojos) y oral (encías), depresión, orina y/o heces oscuras, dificultad respiratoria por hemorragia pulmonar y la muerte si no se aplica el antídoto.

Otros tóxicos

  Monóxido de carbono: un gato queda expuesto a este gas a través de tubos de escape o calentadores que no funcionen adecuadamente. El monóxido produce somnolencia, debilidad, dificultad respiratoria, color rojo de la mucosa conjuntival y oral, incoordinación de movimientos, y muerte aguda; en el caso de que la dosis no sea letal, se produce una intoxicación crónica con síntomas como intolerancia al ejercicio, y reflejos posicionales y ambulatorios (al caminar) disminuidos.

  Etilenglicol: lo encontramos en anticongelantes para vehículos. Daña seriamente la función renal y produce depresión, vómitos, síntomas neurológicos como temblores, poliuria en las primeras horas para pasar después a no orinar, hipotermia, coma y muerte.

  Plomo: con este producto se fabrican pinturas, arena, baterías, cemento y objetos emplomados como anzuelos, perdigones y pelotas de golf, así como comederos o bebederos satinados de forma inadecuada. En primer lugar, afecta al aparato digestivo del gato produciendo vómitos y diarreas, anorexia y dolor abdominal, y después al sistema nervioso produciendo somnolencia, ceguera, convulsiones y muerte si no se trata o al menos desaparece la fuente de plomo del organismo.

Productos insecticidas

  Organofosforados y carbamatos: son frecuentes en insecticidas del hogar y agrícolas, pero también en productos para el control de pulgas y garrapatas. Los efectos que producen son salivación, vómitos y diarreas, depresión, temblores, convulsiones, hipertermia, dificultad respiratoria y muerte.

  Pipetrinas y piretroides: los hallaremos en insecticidas y productos para el control de pulgas y garrapatas. Algunos de los síntomas son hipersalivación, espasmos de extremidades y orejas, temblores, depresión, vómitos y diarreas, y en casos de sobredosis extrema ya sea por aplicación sobre la piel o por ingestión, pueden ocasionar convulsiones y la muerte de forma aguda.

Medicinas humanas: un gran peligro

Algunos medicamentos resultan especialmente peligrosos. La mayoría de las medicinas se eliminan por el hígado después de ser metabolizadas o degradadas. Los gatos no pueden metabolizar adecuadamente muchos medicamentos y vitaminas. En consecuencia, tras su administración, pueden desarrollar síntomas de intoxicación. El Centro Veterinario Punta nos señala algunos de los más comunes para nosotros pero que para un gato resultan mortíferos:

   Paracetamol: se trata de un antiinflamatorio y antipirético muy usado en medicina humana. Una de las marcas comerciales más conocidas es 'Gelocatil'. El paracetamol daña al hígado y produce depresión, respiración rápida, encías de color oscuro, salivación, orina achocolatada y puede ocasionar la muerte.

  Ácido acetil salicílico: la famosa 'Aspirina' es uno de los analgésicos y antipiréticos humanos más empleados. Sin embrago, para los felinos domésticos es un arma mortal. Produce vómitos (a veces con sangre), depresión, hipertermia, respiración rápida e incluso la muerte.

  Vitamina A: presente en los complejos vitamínicos, aunque también se pueden producir intoxicaciones por excesivo consumo de hígado crudo. Su exceso en la dieta, ya sea por complementos o por la misma dieta, produce somnolencia, anorexia, posición de sentado sobre el tercio posterior con los brazos elevados o tumbado pero sosteniendo su peso sobre las extremidades, rigidez del cuello y/o articulaciones, estreñimiento y pérdida de peso.

  Vitamina D: un nutriente que encontraremos, además de en complejos vitamínicos, en algunos raticidas. Su exceso produce vómitos y diarreas, depresión, anorexia, polidipsia (sed desmesurada) así como poliuria (orina muy frecuente y abundante) debido a las lesiones renales y hemorragias del aparato digestivo y del respiratorio.

Prevenir, la mejor solución

Debes mantener a tu gato alejado de todos los productos potencialmente tóxicos (insecticidas, venenos, pinturas, productos de limpieza, etc.). Hay que tener esto en cuenta y adoptar medidas de precaución si tienes que usar estos productos en casa, alejando a los gatos de su exposición, no permitiendo que caminen sobre suelos todavía mojados con productos de limpieza que puedan llevar estos compuestos o zonas recién pintadas.

Nunca mediques al gato sin consultar antes con el veterinario, ni utilices productos contra parásitos externos que no sean específicos para esta especie. Consulta al especialista siempre que vayas a usar algún insecticida. Para actuar con rapidez ante una posible intoxicación, te resultará esencial tener siempre a mano el teléfono de urgencias de tu veterinario de confianza.

Si se produce la ingestión o el contacto con el tóxico, el Centro Veterinario Punta recomienda actuar de la siguiente forma:

  Limpia rápidamente las zonas de tu gato que hayan entrado en contacto con el tóxico, tales como boca, lengua, pelo y patas, utilizando solamente agua en abundancia. Si la presentación del tóxico es en polvo, es mejor aspirar el pelo o cepillarlo con la precaución de que no lo inhale ni el gato, ni la persona que lo está limpiando.

  Ten en cuenta que los disolventes para pintura pueden ser tan tóxicos o más que la propia pintura.Impide que se lama envolviéndolo en una toalla.

  Nunca provoques el vómito de tu gato sin consultarlo antes con el veterinario, porque si se trata de un tóxico corrosivo producirá una segunda quemadura en su tubo digestivo.

  Puedes tener en casa cápsulas de carbón activo, y dárselas a su gato en caso de ingestión de cualquier tóxico, ya que este compuesto retrasa o impide la absorción del mismo por la mucosa gastrointestinal.

  Si se trata de una intoxicación por inhalación (humo, monóxido de carbono), mantén abierta la boca de tu gato ante aire fresco y llévalo lo antes posible al veterinario para que le ponga oxigenoterapia.

Lleva siempre que te sea posible toda la información sobre el tóxico a la consulta del veterinario. Con esto le ayudarás en su trabajo.

Pautas del veterinario

Llegar al diagnóstico exacto es importante para tratar correctamente al gato intoxicado. Es más fácil en aquellos casos en los que se haya podido comprobar el contacto del animal con el tóxico. Incluso en estos casos se debe ser muy prudente, porque puede ocurrir que el animal contacte con el veneno pero no se intoxique, ya sea por exposición insuficiente o por otras causas.

Según la experiencia del Centro Veterinario Punta, cuando el dueño de un gato 'posiblemente intoxicado' llega a la consulta, lo primero que hacen es una exploración exhaustiva del animal, mirando su piel y pelo, mucosas, ganglios, estado general, temperatura y auscultación. La presencia de cuadros agudos con vómitos y diarreas, alteraciones respiratorias o cardiacas, hemorragias o trastornos neurológicos, hace sospechar de la ingestión de un tóxico.

"El tratamiento de las intoxicaciones debe comenzar con un tratamiento higiénico tan pronto como sea posible, incluso en los casos en los que se nos localiza por teléfono, podemos recomendar algunas acciones que puede realizar el propietario en casa, tales como envolver al animal entero excepto la cabeza, en una manta o toalla para evitar que se lama si es que el tóxico está en su piel y pelo, así como para que no se autolesione ni produzca daños a quien lo esté manejando, ya que cuando hay alteraciones neurológicas el gato puede no reconocer al dueño y mostrarse agresivo", señalan desde la clínica veterinaria.

Por otro lado, en algunas ocasiones se aconseja la administración de una cucharadita de sal o un poco de agua oxigenada para inducir el vómito, sobre todo si hace pocas horas que ingirió el tóxico y éste no es corrosivo.

Diferentes tratamientos

"Una vez que el gato llega a nuestra consulta, además de lo anteriormente dicho, se pondrá tratamiento sintomático en función de su estado, así como el antídoto si el tóxico es conocido", señalan los veterinarios consultados que también nos indicaron que, en los casos en que haya problemas respiratorios, se le administrará al gato oxígeno e incluso se le intubará si es necesario: "en la mayoría de los casos se le pondrá suero vía intravenosa para poder administrar el resto de fármacos necesarios y corregir la deshidratación".

Otras pruebas que pueden hacerse al gato son electrocardiograma, analítica de sangre y orina, radiografías para ver el estado de los pulmones, etc. Asimismo es posible que se le efectúe un lavado gástrico o se le apliquen enemas para facilitar la evacuación del tóxico e impedir su absorción por la mucosa gastrointestinal.

"Una vez que el gato se haya recuperado, probablemente será necesario volver a controlarlo en los días o semanas posteriores para comprobar que el tóxico ha desaparecido completamente y no ha dejado secuelas". Si tu veterinario te lo aconseja, no dejes de acudir a estas revisiones aunque aparentemente tu gato esté completamente recuperado.

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