En 1986, el mundo fue testigo de los horrores de Chernobyl, el mayor desastre nuclear que hemos conocido. Las personas tuvieron que huir a toda prisa, subiendo en autobuses del gobierno y dejando atrás sus casas… y parte de sus familias.
El gobierno no tomó en cuenta a las mascotas.
Los perros fueron apartados a patadas de sus dueños, obligados a permanecer en la zona de peligro mientras los humanos huían en pos de la seguridad. Las autoridades sencillamente no tenían tiempo para lidiar con animales que podían o no estar contaminados por la radiación.
Después de desalojar a todos los humanos, el ejército comenzó a disparar contra los animales. Muchos enviaron cartas de súplica para evitar que mataran a sus perritos, pero el gobierno no los escuchó.
Fue, sencillamente, una época terrible en todos los sentidos. Se perdieron hogares y personas, pero también familias. Fue horrible.
Pero incluso en esta oscuridad podemos ver algo de esperanzas. ¿Porque sabes qué? Muchos de aquellos perros dejados atrás se unieron en manadas y SOBREVIVIERON. Superaron la radiación, a los soldados, los depredadores y la vida salvaje, permanecieron en las ruinas de sus hogares y PERDURARON.
Por fin, se están tomando cartas en el asunto. Treinta años después de lo sucedido, han comenzado a buscarse a los descendientes de estos perros que sobrevivieron: cachorros libres de radiación o efectos secundarios que han sido encontrados y, por fin, tendrán un hogar.
¿Y tú, querrías adoptar uno de los «cachorritos de Chernobyl»?
Marcos Mendoza
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