Originario del estado de Maine, en Estados Unidos, este precioso gato es uno de los más codiciados por los amantes de los felinos. Su nombre proviene de su lugar de procedencia, Maine, y de su aspecto físico, 'Coon', que significa mapache. Su pelo atigrado y su cola anillada hicieron que muchos nativos americanos creyeran que el gato descendía directamente de los mapaches.
Origen incierto
Uno de los interrogantes que rodean al Maine Coon es el de su origen. Sin duda, la leyenda que aseguraba que estos gatos eran descendientes de los mapaches es imposible, según razonamientos puramente genéticos. Otra teoría con más fundamento es la que afirma que estos felinos proceden de los primeros gatos europeos de pelo largo que los colonizadores de América del Norte llevaron en el siglo XV. Los primeros documentos que hablan de esta raza son de mediados del siglo XIX, aunque no fue hasta el XX cuando comenzó su cría de manera sistemática.
Otros estudiosos de los felinos atribuyen la aparición de esta raza al cruce entre un gato americano de pelo corto y un gato de Angora. Aunque al observar su aspecto, grande y de un manto muy espeso, muchos apuntan que esta raza probablemente se desarrolló a raíz de la selección natural, consecuencia lógica de la adaptación de los gatos americanos al duro clima de Nueva Inglaterra.
Descripción física
Si por algo se caracterizan estos gatos es por su gran tamaño. Aunque el estándar es de 6 a 8 kilos, existen machos que superan los 10 kg. de peso. Las hembras no suelen sobrepasar los 5 kg. Su imponentes dimensiones se acompañan de un cuerpo largo y musculoso, y extremidades robustas y fuertes.
Los gatos Maine Coon crecen muy lentamente, por eso hasta que no han pasado cuatro años no alcanzan su máximo tamaño. Su cuerpo es robusto, musculoso y rectangular. A sus importantes dimensiones hay que añadir su manto adaptado al frío de las montañas: tiene el pelo largo, denso y muy tupido. Su cola también es gruesa y llena de pelo. El color de su pelaje puede ser muy variado, pero el más común es le pardo con rayas negras, de aspecto atigrado.
Los ojos del Maine Coon son grandes, separados y de color variable (azul, verde, amarillo, e incluso cobrizo). La cabeza es grande, levemente alargada y ancha, mientras que las orejas, llenas de pelo en la base, son de tamaño mediano y están bastante separadas. El hocico es oscuro y cuadrado.
Carácter y cuidados
Utilizado durante años como excelente cazador de ratones, a su fiereza natural hay que añadir un carácter especialmente cariñoso y una increíble capacidad de adaptación a cualquier ambiente. Su serenidad contrasta con el instinto cazador que le ha otorgado la naturaleza. No sólo es tranquilo y afectuoso, también puede convivir sin problemas con niños.
Su gruesa capa de pelo necesita ciertos cuidados: necesita peinado y cepillado constante. El espeso manto no significa que el gato no pueda resistir temperaturas extremas, más bien al contrario, suele soportar muy bien los lugares cálidos, aunque está mejor adaptado al frío. Otra recomendación para cuidar bien a esta raza de gato es suministrarle quincenalmente un preparado de malta o parafina. Como tiene un manto tan espeso, necesitan este tipo de producto para purgar su estómago cuando traga pelo al peinarse y lavarse él mismo.
A los cinco meses, la hembra de Maine Coon suele tener ya el primer celo, aunque la madurez sexual no llega hasta el séptimo mes de vida y su capacidad para procrear llega a raíz del año y medio. Respecto a los machos, los Maine Coon deben cruzarse a partir del año.
Como curiosidad, decir que algunos ejemplares de este gato también hacen honor a su nombre (coon, mapache), no sólo por su aspecto similar, sino porque usan sus patas para comer y beber agua, de un modo muy simpático.
Además, no son ruidosos y sus maullidos no son especialmente estridentes. Por tanto, el Maine se convierte en un felino ideal como animal de compañía: es fácil educarlo, es fiel y, además, muy cariñoso.