El Sagrado de Birmania guarda cierta similitud a un gato siamés y es que realmente algo tiene que ver con él. Una de las cosas que tienen en común son sus preciosos ojos azules y que la carita y la cola tienen una tonalidad más oscura que el resto del cuerpo. Debe su nombre a una leyenda que dice que eran los gatos venerados en los antiguos templos budistas. Sin embargo, su origen verdadero se encuentra en el cruce entre siameses y gatos de pelo largo como el Persa y el Angora.
Esta raza sólo se encuentra en tonos claros que van desde el color blanco al crema con unas pequeñas zonas doradas en el lomo. La punta de las patitas son blancas, parece que lleva guantes. Su pelaje es largo o semilargo y extremadamente suave y sedoso. Es de tamaño medio y su cuerpo es robusto y musculado, aunque con las patitas delanteras un poco más cortas que las traseras.
Es, sin duda, uno de los felinos más tranquilos y agradables. Le encanta jugar con los más pequeños de la casa y hacer alguna que otra acrobacia, aunque no tema, no es un gato revoltoso. Le gusta estar siempre acompañado, tanto de sus dueños como de otras mascotas y si estas son gatos mucho mejor. Se adapta muy bien a todo tiempo de ambientes, sobre todo, en aquel en el que hay niños pequeños. Una cosa curiosa de este gato es su tendencia especial a mantener mucho contacto visual con sus amos, es su manera de mostrar cariño y agradecimiento a sus dueños.
Es un gato que en general goza de buena salud aunque, como el mantenimiento de su pelaje conlleva algunos cuidados específicos lo hace más proclive a algunas enfermedades y problemas de carácter hereditario, como cataratas o quiste dermoide. Esta última se trata de unas pequeñas verrugas con vellosidad que se forman en la superficie de la córnea. A pesar de tener el pelo largo, éste es tan suave que no se enreda con facilidad, así que bastará con cepillarle un par de veces por semana.
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