Así, nos encontramos que nuestro perro no se arrima a nosotros en la mesa pero, en cambio, mariposea entre el resto de comensales probando suerte ya que acaba de aprender que funciona.
También ocurre con los que saltan a saludar y que son reforzados continuamente con mimos o caricias.
En estos casos, lo mejor es poner reglas claras para todos y, si ves que los humanos no son capaces de cumplir, dejar al animalito aparte para evitar los malos modales.
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