Esta dolencia se puede desarrollar con el tiempo o puede venir dada por una malformación genética que se hereda de padres a hijos y en la que también influyen factores ambientales.
A continuación te presentamos las razas de perro más propensas a sufrir esta dolencia, los síntomas de la displasia de cadera y cómo tratarla.
Displasia de cadera: 10 razas más propensas a padecerla
Como hemos mencionado anteriormente la displasia de cadera afecta principalmente a perros de razas grandes y medianas, aunque también puede aparecer en perros de razas pequeñas.
Entre las razas en las que la displasia aparece con más frecuencia encontramos:
Pastor alemán.
Retrievers.
Dogos.
Rottweiler.
Mastín Napolitano.
Presa Canario.
San Bernardo.
También puede aparecer en perros más pequeños:
Bulldog francés.
Bulldog inglés.
Pug.
Si tienes una de estas razas de perro y detectas alguno de los síntomas que presentamos a continuación, te recomendamos acudir a la clínica veterinaria.
Displasia de cadera: síntomas
La displasia es difícil de detectar, sin embargo tu perro podría padecer esta afección si:
Camina con las patas de atrás especialmente juntas e incluso cruzándolas
Permanece mucho tiempo sentado
Se niega a subir escaleras
Hace “saltos de conejo”
Va alterando su postura, sobre todo al caminar
Camina balanceándose
Realiza movimientos lentos al tumbarse y levantarse
Camina despacio con frecuencia
La displasia de cadera suele aparecer en cachorros o adultos jóvenes, aunque sus síntomas pueden ser visibles en los primeros 3-8 meses de vida.
Si has detectado algún síntoma y crees que tu perro puede padecerla, deberías tener otros factores en cuenta como el componente genético o los factores ambientales como la alimentación o una mala ejercitación del cachorro en sus primeros meses de vida.
Displasia de cadera: tratamiento
A decir verdad no existe un tratamiento específico para la cura de la displasia. Sin embargo, para mejorar la calidad de vida de tu perro se pueden aplicar estos consejos:
Usar antiinflamatorios.
Utilizar correctores ortopédicos.
Añadir a su alimentación complementos que favorezcan las articulaciones.
Utilizar una silla de ruedas diseñada para perros.
Mantener a su perro en un peso correcto.
Realizar ejercicio moderado, especialmente en las mañanas.
Masajear suavemente la zona afectada si tu perro no tiene dolor.
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