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Pancho, un perro con dotes para la interpretación.
Asegura un conocido chascarrillo del mundo del espectáculo que no hay que trabajar nunca con niños ni con animales. Sin embargo, siempre hay quienes están dispuestos a acabar con ese tópico, como el famoso perro Cook, más conocido como Pancho o simplemente como el perro de la Lotería. Según Antonio Valor, su dueño y entrenador, ese ha sido siempre el objetivo, "hacer que el trabajo con él sea agradable y que se olviden los prejuicios sobre rodar con animales".
Cook ya es un veterano en el mundillo de la interpretación. En sus trece años de vida, este avispado Jack Russel Terrier ha hecho anuncios, ha participado en series de televisión (alcanzó mucha popularidad como Valentín, el perro de Vicenta en Aquí no hay quien viva) y ahora se dispone a protagonizar su propia película, Pancho, el perro millonario, un largometraje de corte infantil en el que la estrella canina comparte reparto con Ivan Massagué, Patricia Conde, Secun de la Rosa y Alex O"Dogherty, entre otros.
El perro Pancho, con su entrenador, Antonio Valor.
Esta película supone un punto álgido de una larga carrera que comenzó, como la de cualquier otro miembro del gremio, ya sea humano o animal, desde abajo, muy centrada en los pequeños papeles y la publicidad. Fue el entrenamiento constante el que hizo que comenzara a destacar y que su fama se disparase. "Al principio, Cook tenía un entrenamiento de ejercicios básicos típicos de un perro de cine y televisión: sentarse, tumbarse, quedarse quieto, ladrar a la orden, portar cosas... Todo siempre un poco abierto, porque si establecíamos una mecanización muy fija, podría haber sido un problema para los guiones venideros", explica Antonio Valor, quien cuida a Cook desde que este tenía cuatro meses.
Curiosamente, a pesar de los muchos trucos que sabía hacer el animal, había uno muy sencillo que no dominaba. "No sabía dar la patita. Nunca se me había ocurrido enseñárselo, así que tuve que hacerlo cuando fuimos a rodar el anuncio de La Primitiva", comenta entre risas el entrenador.
Por otro lado, existe una parte del entrenamiento menos visible pero mucho más importante. "Hay que prevenir en todo momento cualquier elemento negativo. El perro es memoria pura, no tiene inteligencia, así que cualquier momento acaecido en su vida y en su desarrollo puede influirle y determinar su comportamiento de ahí en adelante. El trabajo más profundo de su entrenamiento es el hecho de observar, conocer exactamente y controlar todas las experiencias que va teniendo a lo largo de su vida", añade Valor.
Sin embargo, como les pasa a muchos actores, la fama tiene un peso y no todas las consecuencias son positivas. "Encasillaron a Cook y se tiró un año en el paro. Ya no era Cook, era Pancho, y ninguna empresa lo quería porque pensaban que la gente lo iba a identificar con otra marca", relata. "Habían borrado del mapa todo el trabajo que había realizado con un perro que era pionero en España", añade Valor. Sólo a base de más preparación e insistencia se consiguió que volviera a la actividad profesional.
El perro Pancho, rodeado de fotógrafos durante la presentación de la película
Pancho, el perro millonario.
Un perrito mimado
Con trece años a sus espaldas, a Cook ya se le puede considerar un perro mayor, pero aún le queda mucho por delante. "Las razas pequeñas son más longevas. Además, la suya en concreto es muy dinámica, así que tiene la actividad de un perro de cinco años. No es una raza que se vaya deteriorando y mostrando cansancio", explica el entrenador.
"Se le hacen unas analíticas semestralmente, y el abuelo está perfecto", asegura Valor, quien señala además que la edad ha sido un punto positivo a la hora de rodar Pancho, el perro millonario. "Tenemos un perro con una edad determinada que ha ganado mucha templanza, y eso es algo que ha jugado a favor. Igual con un perro más joven habríamos tenido más inconvenientes durante el rodaje. Entre la templanza y la experiencia de rodaje que tenemos los dos, todo se ha hecho muy fácil", asevera.
También se controla mucho lo que come, su alimentación es muy estricta: lleva un pienso muy medido y siempre de las mejores marcas del mercado. "Me falta meterle en una urna", bromea Valor, que habla de Cook como su niño mimado, un pequeño que también tiene caprichos: "le encanta el jamón ibérico".
Incluso al responder órdenes se comporta como un chaval obedeciendo a su padre. "Ya responde indistintamente a Cook y a Pancho, se podría decir que en realidad tiene dos nombres. Pero en el entrenamiento, yo le llamo familiarmente Cookie, y él está alegre, a su aire, yendo de un lado para otro. En el momento en el que hace una cosa que no quiero que haga le digo muy serio "¡Cook!" y se pone quieto y alerta. Es como cuando llamas a un niño por el nombre completo", comenta el entrenador en tono divertido.
Además, al igual que sucede con los pequeños, el juego es la mejor forma de enseñarle cosas nuevas. "Para el perro esto se convierte en un juego, no es un trabajo. Le estimulamos constantemente con juego, con comida y con una relación muy afable", cuenta Valor.
Ese concepto lúdico se utiliza como truco para rodar alguna de las escenas más complicadas. Antonio Valor pone como ejemplo una secuencia en la que Cook debía entrar en una habitación en la que había un hombre durmiendo, cogerle la manta para destaparlo y salir con ella de la habitación. Las principales dificultades eran que el espacio era tan reducido que el entrenador no podía estar en la habitación, el actor simulaba estar dormido así que tampoco podía hacer señales a Cook y, peor aún, el perro, al ser pequeño, tenía dificultades para llevar la manta.
"Pisaba muy fácilmente la manta y la soltaba, y la escena tenía que ser fluida. Estuve durante un tiempo tirándole la manta, sólo para que aprendiera a transportarla. Tenía que tener un punto de referencia por el que cogerla, ya que si la cogía por ejemplo por el medio, todo era un caos. Para eso usamos un truco. A él le encanta jugar con muñecos de latex, así que cogimos la manta y en una esquina le cosimos un trozo de látex para que él la quisiese morder. Luego todo fue aplicar otros ejercicios previos: buscar, coger y traer el juguete. Tras todo el entrenamiento, cuando hubo que rodar, lo hizo bien a la primera. Fue increíble".
Gracias a su buena preparación, Cook es capaz de hacer incluso las escenas más complicadas, tan sólo se recurre a efectos especiales en las escenas en las que el perro tiene que realizar acciones humanizadas, como fregar los platos. Según Valor, quizá la parte más difícil del trabajo cinematográfico con un perro sea la relación con los actores. "En películas de este estilo nunca hay tiempo para que el perro y los actores lleguen a conocerse, así que cogemos herramientas y estímulos que utilizo yo para su entrenamiento y se los traspaso al actor. Para que el perro responda, ellos tienen que hacer movimientos parecidos a los que yo realizo", detalla.
Cuando todo esta listo (entrenamiento previo, referencia visual del entrenador y actores), suena la claqueta y Cook se convierte en un intérprete más delante de las cámaras.