Son miles los hogares que disfrutan de la alegría y compañía de una mascota. Muchas de ellas han sido compradas o adquiridas en lugares especializados, mientras que otras han sido adoptadas en centros de acogida. Lo que todos tenemos claro es que, una vez que decidimos compartir nuestra vida con un animal de compañía, éste se convierte en uno más de la casa, por lo que todos los problemas que ocurran dentro del hogar, como por ejemplo una ruptura familiar, le afectarán casi tanto como a nosotros mismos.
Aunque parezca increíble, cuando comienza un proceso de separación, cualquier detalle, por mínimo que sea, cobra una especial relevancia. Las peleas por el coche, los muebles, los electrodomésticos, etc. son muy frecuentes pero, ¿qué ocurre con las mascotas? Cuando el animal sea un miembro más de tu familia probablemente tengas que pelear por su custodia.
Un bien ganancial
Es muy común que ambas partes quieran quedarse con el perro, el gato, el pájaro o la tortuga. No obstante, es recomendable evitar a través del consenso que los animales sean causa de disputa durante una ruptura matrimonial. Normalmente, los cónyuges pactan de mutuo acuerdo quién se va a quedar con la mascota, pero otras veces se produce una feroz lucha por obtener la custodia legal de ese fiel amigo que ayudará a su amo a superar el difícil momento por el que está pasando.Para la Justicia, tu animal de compañía es sólo una posesión más del reparto de gananciales, por lo que tienes que hacer saber a tu abogado lo importante que es para ti obtener su custodia legal. De esta manera, el tema será tratado con especial relevancia durante el proceso. Además, debes mostrar al juez que eres la persona más indicada para atenderlo, ya que los cuidados que necesita requieren tiempo: alimentación, aseo, juegos, paseos y visitas periódicas al veterinario.
El experto opina
Facilisimo.com ha hablado con Fernando Ferreres, abogado de familia, que nos ha explicado que "en el 95% de los casos, la mascota se queda con quien permanezca en el domicilio familiar, salvo que el consorte que abandona la residencia conyugal demuestre que el animal era un bien privativo, es decir, que era suyo antes del matrimonio, o bien declare que la persona que lo va a cuidar no reúne las condiciones necesarias para custodiar a la mascota familiar".En este sentido, Ferreres aludió también a la figura de los niños en común: "si se tiene la custodia de los hijos, lo más lógico es que el animal viva donde están ellos, debido a la estrecha relación de proximidad que se crea entre los niños y los animales".
Debes considerar la magnitud del trauma que puede acarrearles a tus hijos la vida sin su perro o su gato. Tener a su amigo como confidente durante una época tan difícil, para abrazarlo o para compartir tristezas, puede ser muy beneficioso para superar este desagradable acontecimiento.
Ellos también sienten
Los animales no pueden expresarse con palabras pero, al igual que nosotros, ellos también sienten. En caso de producirse el divorcio, la mascota sufre la separación, pero es importante destacar que no todos los animales reaccionan del mismo modo. Aún así, es posible que eche de menos de modo tan desesperado al dueño que ha abandonado el hogar, que llegue a sufrir una depresión severa con consecuencias graves, pues la falta de apetito y el profundo abatimiento puede llevarle a la muerte.Este tipo de sufrimiento es común en animales que tienen una relación más cercana a su amo, como el perro o el gato. Sin embargo, la mayoría suele pasar una temporada triste y, tras un periodo de nostalgia, admite a la otra persona en el lugar que dejó su amo. Esto sucede en el caso en el que el cónyuge que ha obtenido la custodia legal de la mascota no sea quien se encargaba habitualmente de su cuidado y manutención.
Problemas añadidos
Cuando en un hogar habitan más de una mascota, los cónyuges pueden repartírselas, siempre y cuando las mismas sean de diferente especie. Por ejemplo, uno se lleva al gato y el otro se queda con el pájaro. Pero si se poseen dos o más animales de la misma especie, es preferible que no se las separe. Seguramente se hayan hermanado y una desunión les produciría una ansiedad enorme cuya consecuencia sería fatal.Otro problema añadido aparece cuando la mascota es utilizada con un interés comercial. Imagínate que se trata de un animal que cuenta con una dilatada carrera en concursos o exposiciones, obteniendo galardones en los que se incluye un premio en metálico. En este caso, la mascota familiar será considerada como una posesión valiosa y el tribunal del Juzgado de Familia determinará qué hacer con el animal, ya que hablamos de una fuente de ingresos.
Como conclusión, señalar que la manera más sencilla de que una ruptura sea lo menos dolorosa posible para cónyuges, hijos y mascotas, es alcanzar un acuerdo mutuo y pacífico. Tenemos que pensar detenidamente en cómo va a afectar el divorcio al estado de ánimo de nuestra descendencia, así como en el carácter del animal de compañía con el que hemos pasado algunos de los momentos más agradables de nuestra vida.