Hiroyuki Arakawa es un buzo de Tateyama, Japón. Lleva buceando desde los 18 años y tiene ahora 79, por lo que ha estado nada más que 61 años sumergiéndose. El mar y él ya son uno.
Hace 30 años, según cuenta él, Arakawa y su equipo decidieron construir un santuario submarino y un pez muy especial lo hizo su hogar. Este era Yoriko, el pez oveja hembra o como los llaman en japonés kobudai (por el bulto de la cabeza que en japonés se dice kobu).
Arakawa baja desde entonces a visitar a Yoriko. No obstante se ganó su confianza en uno de esos momentos en los que se marcan la diferencia. Yoriko estaba exhausta, no podía buscar su alimento y Arakawa lo notó y le llevó durante 10 días varios cangrejos que el mismo preparaba para que se pudiera alimentar fácilmente. Desde entonces este pez oveja se muestra muy amigable con el buzo.
La confianza es tal que el japonés puede darle un beso cada vez que baja a visitar a Yoriko. "Cualquiera puede llamar la atención de un animal alimentándolo, pero tocarlos e interactuar con ellos es más difícil. No estoy seguro si es por la naturaleza del kobudai o no, pero creo que es porque hay confianza entre nosotros. Creo que sabe que la salvé" Decía el buzo.
Una prueba más de que si los tratas con amor y buen corazón, ganarás un amigo para mucho tiempo, como son los 30 años que Yoriko y Arakawa llevan juntos.
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