Les comento que en mi niñez no tuve mascotas, ya que me producían mucha alergia, aunque me parecían muy tiernos, no podía tocarlos porque de inmediato me daba mucho malestar. Cuando creces sin mascotas, el mundo lo ves distinto, es como si sólo los humanos importáramos.
El amor llega cuando en un momento de soledad, en mi la edad adulta, me di cuenta de la necesidad de una compañía, pero una compañía diferente, una que no hablara, fuera fiel, cariñosa, con buen temperamento. Sin esperarla, ni buscarla, conocí a la hermosa Nabi, que ahora es mi pequeña traviesa y eterna compañera.Una especie de cruce entre French y Maltés. Hice de esa bolita de pelos mi mascota. Desde entonces todo se ve distinto. Te das cuenta de que ellos te necesitan, te llenan de amor y ternura y todos los días anhelan el momento de poder estar contigo.
Meses después, Crixus llegó a mi vida, un imponente Pitbull que, aún de pequeño, reflejaba su fuerza y buscaba mi cariño. Crixus es el más noble y tranquilo de la familia. Me llenó de amor y ternura. Ambos, ahora como buenos hermanitos, llenan mis días de momentos inolvidables, llenos de actividades, pero muy divertidos y realmente valiosos. Todo lo que hago por ellos, lo vale. Pero bueno, mi intención con esta pequeña introducción al tema que nos atañe, me hizo alargarlo demostrando mi debilidad por mis mascotas.
Y por ello, y en honor a esos pequeños o grandes seres de amor, he dedicado este post a darte mil y una ideas de fotos que debes tener para el recuerdo (lo de mil y una ideas no es literal).
Comencemos...
No soy madre, pero permíteme decirte que ya no necesito preguntar cómo se siente al ser madre. En menor o mayor escala, siento esa necesidad de proteger, de cuidar, de amar y recibir amor de mis hijos perrunos. Seguramente las que son madres, esas de verdad, dirán que no es lo mismo. Aún así, no retiro mi comentario, pues el amor por mis mascotas me hizo darme cuenta de la gran labor que tienen todos los padres al principalmente educar a hijos humanos en un mundo difícil y por eso les otorgo mi admiración. Mientras tanto, yo sigo pregonando ser madre de mis mascotas y ha sido un honor cuidarlos y espero disfrutarlos hasta su último aliento.
La realidad es que ellos se irán primero que nosotros (¡Claro! no descartamos el suceso inevitable) y poder guardar un recuerdo de ese instante de amor perdurará por siempre. ¿Ya tienes una foto así? No dudes en compartirla conmigo.