La Fundación Affinity ha hecho públicos los datos del abandono en España, relativos al año 2006. En total, en nuestro país se dejaron en la calle a 102.000 animales, lo que supone un aumento de 5.000 casos con respecto al año anterior. Según estas cifras, las campañas de concienciación y sensibilización no están dando los resultados esperados. El estudio se realiza gracias a los datos facilitados por las protectoras y por los ayuntamientos de más de 10.000 habitantes, por lo que si contáramos todas las poblaciones rurales y las mascotas que acaban siendo atropelladas la cifra podría ascender considerablemente.
El abandono por comunidades
A la cabeza de esta lamentable lista encontramos Andalucía, cuyo número de abandonos total ascendió a los 25.000 casos. Por motivos desconocidos esta Comunidad Autónoma, año tras año, encabeza la lista seguida por Madrid y Cataluña. Al otro lado de la tabla nos encontramos con Navarra y Asturias como las regiones donde el abandono es menor, aunque estos datos pueden estar influidos por el tamaño de las poblaciones, puesto que hablamos de dos comunidades con un índice de población rural más alto, es decir, con municipios de menos de 10.000 habitantes.Un problema no erradicado
El auge de casos de abandono nos muestra que este problema lejos de erradicarse va en aumento. Según el informe de la Fundación Affinity, se dan diferentes casos, como los animales extraviados que son devueltos a sus dueños, los que se quedan a vivir en los refugios a la espera de encontrar una nueva familia y los que son sacrificados en los centros de acogida municipales por cuestiones de salud o política del centro.Aunque es difícil de tipificar, las causas más frecuentes son las camadas indeseadas, un aspecto en el que la esterilización juega un papel fundamental. Asimismo, se observa que la mayoría de los perros abandonados son mestizos. Por supuesto, también se dejan gatos u otros animales como hurones, roedores, conejos, serpientes¿ En el caso del abandono de animales exóticos el problema es más grave, puesto que estas especies en libertad pueden procrear y acabar con otras especies autóctonas. La característica común de todos los casos es la falta de responsabilidad por parte del dueño.
La estacionalidad del abandono
Tradicionalmente se pensaba que en verano se producían más abandonos debido a la imposibilidad de viajar con nuestras mascotas. Por este motivo las grandes campañas comunicativas de concienciación se desarrollaban en los meses estivales. Pero según el informe de Affinity, el número de casos de abandono se mantiene estable a lo largo del año.Es cierto que en el segundo cuatrimestre del año (entre los meses de mayo y agosto) hay un repunte, pero no es significativo. Esto confirma que las vacaciones junto a nuestra mascota no son un problema insalvable, puesto que cada vez hay más hoteles que aceptan animales y residencias caninas. Lo fundamental para que un animal no se convierta en un estorbo en los meses de verano es planificar nuestras escapadas con tiempo para evitar los imprevistos de última hora y asegurándonos que dejamos a nuestra mascota en manos de profesionales.
El microchip, una herramienta imprescindible
Muchos animales se pierden, y al no ser encontrados, pasan a la lista de ejemplares abandonados. Por ello, es muy importante que si perdemos a nuestro perro o gato que éste lleve el microchip, que permitirá a cualquier veterinario ver el nombre de su propietario y la dirección. Otros métodos muy útiles, aunque complementarios, son los foros en internet y las páginas web que se encargan de difundir casos de abandono y pérdidas. La Fundación Affinity nos da unas pautas de actuación en caso de extraviar a nuestro animal. En primer lugar, debemos denunciar la desaparición a la policía municipal y contactar con los veterinarios.Este problema de origen social parece no tener fin, pese a los intentos y a las campañas de sensibilización que intentan llegar a toda la población y a los dueños de mascotas, especialmente. La única solución real es la concienciación ciudadana. Para esto es fundamental meditar la decisión de adoptar o comprar una mascota e implicar a toda la familia en la decisión, puesto que muchas veces elegimos al animal según nuestros gustos estéticos o las modas del momento y no pensando en sus necesidades y en los cuidados que precisará en el futuro.