Es bien sabido que los gatos son animales francamente limpios. En su forma de ser y sus instintos nadie le puede hacer realmente cambiar. La higiene de estos animales no excluye necesariamente que un gato de compañía. Algunos veterinarios no son partidarios de hacerlo, puesto que dicen que se desestabiliza la envoltura que tiene su pelo de manera natural.
También es muy común que los gatos tengan pánico al agua. Por eso, es muy importante acostumbrarles desde pequeños (en los primeros dos meses) a ver el agua como algo normal. Debemos siempre utilizar un champú paga gatos y no utilizar acondicionador. Es recomendable que antes de que entre en contacto con el agua le cepillemos muy bien.
Lo mejor es darle el baño en el fregadero, por la altura y el tamaño. Dejamos unos centímetros de agua tibia y procuramos que se acostumbre al ruido del grifo. Tenemos que estar muy relajados para transmitirle calma al animal a través de caricias, una voz con un tono suave... Procura estar en una habitación tranquila sin nadie más que le gato y tú.
Para que el animal no se resbale y, por tanto, aumentar su sensación de seguridad, pon una toalla en el fondo del recipiente o fregadero. En todo el proceso debemos actuar con firmeza pero siempre con precisión. Cuando hayas terminado todo el baño y aclarado correctamente, ha llegado el momento del secado. Envuelve al minino en una toalla y quita todo el exceso de agua. Si no es verano deberás secarle muy bien con el secador (sin apuntar directamente, para no producir quemaduras ni molestias).
Y a tu gato, ¿Le gusta el agua?
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Imágenes/Flickr: Gatanass, Kellinahandbasket y Davedehetre.