¿Sabías que, según las pruebas de ADN, el Samoyedo es una de las diez razas más antiguas? De hecho, se cree que ha sido criado desde hace alrededor de 3000 años. ¡Figúrate! Tres milenios manteniendo a una raza más o menos igual, con las mismas características y rasgos que hoy conocemos.
En su origen el Samoyedo era un perro pastor y de trineos, y, puesto que vivía en un clima muy frío allá en Rusia, también servía de calefactor: en las noches frías, estos perros eran mantas y fuentes de calor para sus humanos.
Este es un perro de naturaleza enérgica y muy juguetona. Son perros sociables y cariñosos que siempre tienen ganas de fiesta. Esto nos da dos cuestiones:
No es un buen perro guardián. ¡Para nada! Es de los que dan la bienvenida al ladrón.
Tanta energía puede provocar comportamientos indeseados, como es la destrucción o el ladrido excesivo.
Que, además, es un perro con mucha tendencia a ladrar. Eso lo puede convertir en un buen perro de alerta, pero no olvidemos que el ladrido compulsivo es un problema que hay que poder solucionar.
En efecto, el Samoyedo no es un perro para cualquiera, ya que precisa de un humano con ganas de moverse, hacer ejercicio y jugar con él. No llevan bien la soledad, así que necesitan mucho mantenimiento (¡y no solo en su abundante pelaje!).
No obstante, es también un perro maravilloso lleno de alegrías y buen ánimo. ¿Difícil de enseñar? ¡Para nada! Los perros más antiguos suelen ser también muy fáciles de adiestrar, ya que están acostumbrados a llevar a cabo tareas y obedecer instrucciones.
Por tanto, ¿cómo se educa al Samoyedo? En resumen, solo hay que:
Darle suficiente ejercicio para que gaste energía y pueda concentrarse.
Sentar unas normas básicas. Deben ser consistentes.
Redirigir el mal comportamiento, pero jamás castigarlo.
Recompensar el buen comportamiento.
Las bases son muy sencillas. Eso sí, ¡necesitas mucha paciencia!
Marcos Mendoza
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