Los equinos siguen una serie de pautas a la hora de aparearse. Todo comienza con la aparción del celo en las yeguas, que tiene lugar durante los meses comprendidos entre marzo y septiembre, entrando en celo cada tres semanas. Son precisamente estas jornadas primaverales, en los que los días y la luz del sol duran más, los momentos perfectos para que el apetito sexual de las yeguas se despierte. Este periodo de celo tiene una duración aproximada de unos cinco días, produciéndose la ovulación en el cuarto de los mismos.
Los órganos sexuales de la yegua presentan unos síntomas inequívocos que nos ayudan a estimar la aparición del celo. Estos signos son el hinchamiento de la zona de la vulva y la secreción de moco por la misma, la aceptación del semental y la separación de los miembros posteriores en su presencia y también la incidencia en la micción. La edad ideal para comenzar a cruzar una yegua son los cuatro años, pero muchos criadores adelantan la edad en función de lo costoso que resulta mantener este tipo de animales.
La atracción sexual paso a paso
Cuando el celo se despierta en la yegua, tiene lugar la secreción de feromonas por medio de la orina. Esta hormona es la que hace al semental acercarse a la hembra. Es curiosa la manera en la que el macho reacciona, puesto que levanta el labio superior y olfatea el aire con gran énfasis. Una vez que el caballo está cerca de la yegua, muestra una pose altiva para lo cual arquea el cuello. De esta forma persigue parecer atractivo e imponente, por eso destaca especialmente los músculos de cuello y hombros.
También podemos detectar las intenciones del semental de forma auditiva, ya que los relinchos se vuelven más continuos, prolongados, graves y enérgicos. El último paso del cortejo viene de la mano del macho, que comienza a ejercitar una particular danza en círculos, brincando a la vez que levanta considerablemente sus cascos del suelo. Este baile es un verdadero espectáculo y, contrariamente a lo que podríamos pensar, es fruto de un conflicto interior del semental, que se debate entre la atracción y el temor al rechazo.
Algunas hembras provocan de forma constante al caballo que pretende montarlas, para después en el momento cumbre rechazarlos. Es bueno contar con sementales expertos, puesto que los primerizos suelen ponerse nerviosos y acaban por ser negados por la hembra que, sin pensarlo dos veces, comienza a dar coces con sus patas traseras.
Y surgió el amor... equino
Momentos previos a la monta, cuando el semental ya cuenta con la aceptación explícita de la yegua, éste acaricia el cuello con su hocico, mordisquea con suavidad la crin y se frota contra ella. Poco a poco, el semental se va retirando por el flanco para, con sumo cuidado, olfatear las partes traseras de la yegua, lamerlas y mordisquear la grupa, la cola y las patas traseras de la misma.
La erección del caballo se ve aumentada cuanto más guiña la vulva la yegua. El semental se excita aún más cuando la hembra aparta por fin la cola y deja el paso libre, ya que esto significa que la sumisión es total, eliminando completamente el temor al rechazo del que antes hablábamos.
Hay que procurar que el pene del caballo esté en posición correcta durante la monta, para lo cual se toma un tiempo. La erección puede alcanzar el metro y medio, sin embargo la cópula es breve. En tan sólo seis o siete movimientos, la eyaculación tiene lugar. Así pues, desde el inicio de la cópula suele transcurrir una media de trece segundos. La eyaculación se produce con una cadencia de entre seis y nueve impactos que se acompañan de un movimiento de cola que va de arriba a abajo. Esto no sólo indica la frecuencia de eyaculación sino también que la hembra está aceptando el semen.
Algo curioso en las relaciones sexuales equinas es que, a veces, es la yegua la que toma la iniciativa, es decir, la que se acerca al macho y lame con avidez su prepucio. Cuando un macho ha copulado tres veces en ese día, es muy difícil que vuelva a montar otra vez, pero a veces las técnicas de la yegua dan resultado y la cópula tiene lugar.
Uno de los aspectos que más curiosidad despierta es la brevedad del coito. Hay que ser conscientes de que el caballo es un animal acostumbrado a la huída con el peligro y que su instinto de supervivencia le obliga a no detenerse más tiempo del estrictamente necesario. Esta costumbre está extendida también en cuanto a lo que relaciones sexuales se refiere. Además, la sexualidad satisfactoria de la yegua depende sobremanera de la intensidad del estímulo, por eso el pene del caballo es de gran tamaño, para generar el orgasmo en la yegua instantáneamente.