A la hora de aumentar la familia de nuestros perros, es conveniente tener en cuenta una serie de circunstancias que son de gran importancia para que el embarazo concluya con éxito. Aunque éste no presente grandes dificultades hay que estar más pendiente de ella y tener más en cuenta que nunca sus necesidades.
El primer paso que hay que dar es visitar a nuestro veterinario, ya que él es quien mejor nos puede decir si es el momento oportuno para que la perra se quede embarazada. Además, el especialista analiza el desarrollo del proceso de los perros en gestación, sobre todo cuando falte poco para que llegue el momento del parto, y así descartar de antemano problemas al parir.
El celo, el acoplamiento, la preñez o embarazo, el parto, la lactancia y el destete son las fases de este ciclo. Pero antes de nada el primer paso, y de gran importancia, es elegir al padre, porque dependiendo del estado de salud y del conocimiento de sus antepasados (esto en el caso de que se tenga a mano el pedigree de los progenitores), sus éxitos o fracasos durante la cría (si alguna vez la tuvo), así como que no presenten formas parasitarias u otras enfermedades infecciosas o hereditarias que podrían causar problemas a la hora de la reproducción de los perros.
Un problema después del apareamiento, en caso de no haber logrado la preñez, es lo que se conoce como falso embarazo, en el cual se muestra la misma sintomatología pero sin que sea cierto. Los casos severos se tratan con fármacos, como hormonas o sedantes. Los signos incluyen la fabricación de nidos, la adopción de sustitutos de los cachorros, como muñecos de peluche, y la producción de leche. Algunas perras se ponen muy nerviosas y a veces, incluso, sufren un falso parto.
Los cuidados básicos
En condiciones normales, la gestación de una perra dura de 60 a 63 días, pero si las crías son grandes, este periodo puede acortarse. El embarazo se manifiesta por el abultamiento o hinchazón del abdomen, así como por el crecimiento de las mamas y los pezones, que se hacen más grandes y rosados. Estos síntomas son más evidentes en las hembras primerizas.
Es aconsejable anotar el peso corporal del animal previo al embarazo. Si el veterinario considera que es satisfactorio, la futura mamá deberá seguir siendo alimentada con una buena dieta equilibrada, tratando de no modificar su peso. Durante las primeras seis semanas es aconsejable no aumentar la cantidad de comida, así como no incorporar suplementos nutricionales, como vitaminas y minerales, ya que se puede estimular el desarrollo exagerado de los cachorros y ocasionar problemas en el parto.
A partir del mes y medio de gestación se debe suministrar un alimento con mayor contenido de nutrientes y energía. Conviene distribuirlo en varias raciones al día, ya que el aumento del tamaño del útero no permite la ingestión de grandes cantidades de alimento al estómago. El tipo de alimentación debe ser recomendada por el veterinario, ya que es quien conoce mejor a nuestra mascota, y quien va a acompañar y a supervisar su maternidad. El aumento de la cantidad de comida durante esta segunda etapa deberá ser aproximadamente de un 25%, especialmente en las tres últimas semanas del embarazo.
La hora de la verdad
A pesar de que en muchas ocasiones las perras se las arreglan solas a la hora del parto, es conveniente vigilar que todo vaya bien, e incluso que alguien en el que confíe plenamente la mascota esté presente, para prestar ayuda en caso de ser necesario.
Cuando la hora se acerca, la hembra se muestra inquieta, busca un lugar tranquilo y poco iluminado, por lo que es conveniente prepararle una caja grande donde ella pueda estar cómoda con su camada. La temperatura baja a 37ºC y se lame la vulva con frecuencia. En esta fase, que puede durar algunas horas, es cuando se produce la dilatación pelviana o cervical.
El proceso se iniciará con los primeros esfuerzos de la perra para expulsar su primer cachorro, que ya se encuentra en el canal de parto. Antes de que pasen dos horas después de la primera contracción, nacerá el primer perrito; en caso contrario, será necesario llamar al veterinario.
La llegada de los cachorros
Los cachorros suelen nacer con sus bolsas membranosas. Esta es la placenta, de un color grisáceo verdoso. Hay casos en que la bolsa se rompe durante el parto y la placenta sigue al cachorro, en otros nacen dos o más cachorros antes de que aparezcan sus placentas respectivas. Se debe verificar que haya tantas placentas como cachorros. Es absolutamente normal que la hembra se coma las placentas e, igualmente, muerde el cordón umbilical hasta desgarrarlo. Ayúdela sólo si observa que descuida a algún cachorro por atender a otro. Para esto debe limpiarlo vigorosamente con una toalla limpia, y a ser posible hervida, aún húmeda y tibia, hasta que el cachorro chille con fuerza.
Entre un nacimiento y otro transcurre un periodo de 20 minutos aproximadamente. En caso de que la perra haga esfuerzos durante dos horas sin que nazcan cachorros, se debe avisar al veterinario. Es muy corriente pensar, al tocar el abdomen de la perra, que aún tiene algún hijo en su interior, pero esto se debe a que la placenta permanece en estado de rigidez durante algunas horas posteriores al parto.
Los cachorros de nuestros perros deberán nacer muy vivaces, queriendo mamar casi inmediatamente después del parto, buscando el calor y el olor de su madre y de la camada.
En la medida de lo posible se debe abrigar a los pequeños, ya que durante sus primeros días de vida no son capaces de regular la temperatura. Para ello es conveniente mantenerlos con un paño o toalla en los momentos en que la madre salga del lugar en el que ha parido. La lactancia dura de cuatro a seis semanas, siendo en la cuarta cuando se le ofrecerá por primera vez alimento sólido al cachorro. La madre comerá mucho más de lo normal durante esta etapa y es recomendable seguir con el alimento para cachorros.