Los gatos como animales de compañía se han adaptado a vivir con nosotros, pertenecen a un grupo social e interactúan con la familia humana para sobrevivir.
Con la domesticación hemos modificado la impronta genética de los gatos como animales solitarios, ya que en teoría no nos necesitan ni nos deberían considerar como parte del grupo (al contrario que los perros, donde la familia directamente se convierte en su jauría).
A través de la historia de nuestra civilización el rol de los gatos ha tenido muchas modificaciones: Dioses, demonios, escudos en las batallas, cazadores de ratones... hasta llegar a su status actual de animal de compañía.
Cuando un grupo de gatos vive bajo el mismo techo se establece cierto orden jerárquico, aunque nunca llega a los niveles alcanzados por la especie canina. Los gatos son animales sociales; aunque sea el único animal de compañía de la casa, pronto formará parte de la comunidad de gatos del vecindario. Incluso pueden ser solidarios entre ellos, colaborando con una gata madre en la cría de sus cachorros.
En los gatos domésticos los encuentros con sus congéneres suelen hacerse en un territorio neutral, siguiendo distintos rituales de reconocimiento, luego de los cuales cada uno vuelve a casa, a sus propios dominios. Mientras que en el perro son más importantes los problemas de relación con su propietario, para el gato son más relevantes los problemas ambientales, los problemas con el territorio. Los gatos son más autónomos, cada animal puede decidir lo que hace en su vida con independencia del grupo.
Jerarquía
En una comunidad de gatos, las hembras se organizan por líneas matriarcales donde la gata no esterilizada con más gatitos se encuentra en una posición superior. Cuando se esteriliza una gata su posición en la comunidad desciende. En los machos el más fuerte será el jefe de la zona, el resto de los machos serán sus subordinados. Los cambios ocurrirán cuando este individuo se debilite y su rol en el grupo sea sustituido por un ambicioso joven. Un gato pierde su posición al ser castrado, el olor de su orina nunca volverá a ser el mismo.
Curiosamente el gato líder no dispone de un grupo de hembras como sucede en otras especies, es frecuente ver cómo las gatas terminan apareándose con los gatos ubicados incluso al final de la pirámide. En los gatos es el territorio y no las hembras, el indicador más importante de prestigio. Un gato puede llegar a dominar un territorio de unas 20 ha en zonas poco pobladas.
El antecesor del gato doméstico, el gato salvaje africano (Felis libica), caza en forma solitaria, a diferencia que el antecesor del perro doméstico, el lobo (Canis Lupus), que caza en manada de forma mucho más sencilla y menos riesgosa que la caza individual. Como depredadores, los gatos deben ser rápidos, ágiles y silenciosos, para lo cual el desarrollo del esqueleto, músculos y miembros deben cumplir estos requisitos.
Comunicación
La comunicación con el exterior se realiza mediante signos vocales como ronroneos, chirridos de enfado, maullidos lastimeros. Las señales corporales se expresan mediante expresiones faciales, posturas y posiciones de la cola. El sentido del tacto y las señales olfativas son utilizadas por los gatos para marcar territorios e identificar individuos. Cuando arañan dejan una marca visible además de impregnar con el olor de las glándulas sudoríparas ubicadas en las almohadillas de las zarpas y al frotarse contra diversas superficies, también depositan sustancias olorosas provenientes de glándulas sebáceas.
Un gato dominante utilizará su lenguaje corporal para decirle a su oponente que se vaya, las orejas tensas dirigidas hacia atrás, las pupilas cerradas en forma de rendija, los bigotes erizados hacia delante, la cola muy baja junto al cuerpo, y una posición de equilibrio, nos muestra que está listo para atacar.
El gato sumiso en cambio muestra una postura que comunica a su agresor que no tiene ningún interés por competir, sus pupilas están ensanchadas, el pelaje aplanado, la cola golpeando el suelo, las orejas y bigotes caídos y la boca abierta pero sin omitir sonidos o simplemente algún tenue quejido.
El gato es un animal inteligente con una percepción muy aguda del mundo que lo rodea. El juego al igual que para el perro es fundamental para el bienestar del gato, y además de proporcionarle la oportunidad de hacer ejercicio tiene otros objetivos útiles, como por ejemplo entrenarse en las artes de caza. Si nuestro gato tiene suficiente espacio para jugar, no necesitará que lo saquemos a pasear para realizar ejercicio, salvo si vivimos en un piso de dimensiones reducidas.
Comprender a los individuos de nuestra propia especie no siempre es cosa sencilla, comprender a los ejemplares de otra especie requiere de más esfuerzo aún. No tenemos un lenguaje común y corremos el riesgo de interpretar su comportamiento en forma antropocéntrica, debemos ser capaces de abstraernos y comprender su comportamiento social, su idiosincrasia, sus motivaciones y sus actitudes desde una perspectiva más "felina".
Bibliografía
-Seidensticker J. Y Lumpkin S.: Felinos. Ed. Plaza & Janés. Barcelona 1992.
-Gerzovich Lis, C. Nuestro perro: uno más de la familia. Planeta. Buenos Aires. Argentina. 1998.
-Morris, D. Guía para comprender a los gatos. Emecé. Buenos Aires. Argentina. 1988.
-Taylor, D. El comportamiento social del gato. Omega. Barcelona 1994
-Gatti, R.M. El Gato como animal de compañía. Revista de la Sociedad de Medicina Veterinaria, Vol 79 N°5, oct/1998.