Cuando nuestro perro ha estado en contacto con una oruga, todos los pasos deben ser pautados por el veterinario, ya que en función de las lesiones que ha sufrido se deberá actuar de diferente manera. Hay casos que precisan una hospitalización durante varios días por la imposibilidad de ingerir alimento alguno. En estas situaciones la alimentación se realizará por vía parenteral (endovenosa) a base de sueros y preparados ricos en aminoácidos y lípidos. Una vez que el perro es remitido a su domicilio deberá seguir una dieta blanda proporcionada en la clínica veterinaria.
Los tratamientos dependerán de las lesiones. Si es cutánea, normalmente, con un tratamiento a base con antiinflamatorios esteroides y antibióticos por vía oral durante unos días, además de baños con algún champú antialérgico, suele ser suficiente. Por su parte si la lesión es ocular, sin úlcera corneal, se utilizarán diferentes colirios o pomadas.
Si el problema está en la lengua, suele ser necesaria la administración de suero intravenoso, antibiótico, antiinflamatorios esteroides y analgésicos, ya que inicialmente es difícil saber cómo va a evolucionar y que porcentaje de lengua puede llegar a necrosarse. En caso de afectar las vías respiratorias el tratamiento es similar al del punto anterior, además de administrar oxigenoterapia si hay dificultad respiratoria. Por último, si es digestiva administraremos sueroterapia endovenosa, protectores de la mucosa gástrica, antiinflamatorios esteroides y antibióticos.
Las secuelas de la intoxicación
Los problemas de piel no suelen dejar ninguna secuela, al igual que tampoco presentan gravedad las lesiones oculares, siempre que no exista afección corneal de ningún tipo. En caso de existir, ésta podría llegar a tener como consecuencia la pérdida de la visión en el ojo afectado.
En los casos que cursen con necrosis de la lengua, las consecuencias varían en función del porcentaje de lengua perdido. Si es escaso, menos del 25%, al principio el paciente tienen dificultades para comer y beber, pero se acostumbran y no suele haber problemas. Si la pérdida está entre el 25% y el 40% suele ser más problemática la recuperación, puesto que hay mayor dificultad para deglutir y, sobre todo, para beber.
Si la pérdida es mayor del 50%, es imposible que ese paciente pueda comer ni beber, con lo cual nos enfrentaremos a un serio problema. El animal se encuentra totalmente recuperado desde el punto de vista médico, pero no va a poder alimentarse. En este punto es imprescindible implantarle una sonda.
¿Se puede prevenir la intoxicación por orugas?
Por desgracia, no hay ningún elemento repelente, ni pulverizador, ni collar antiparasitario contra la procesionaria. La única precaución que se puede tomar es evitar ir a los pinares desde febrero hasta julio y que el propietario se familiarice con los nidos de orugas con la finalidad de evitarlos. Si desafortunadamente la mascota contacta con las orugas es imprescindible acudir, rápidamente, al veterinario, puesto que es una verdadera urgencia.
La mejor manera de prevenir este tipo de intoxicaciones es conocer los peligros que entrañan estos animales y cómo evitarlos. Muchas veces es imposible tener a nuestro perro controlado 24 horas al día, por lo que es igual de importante saber actuar y reaccionar pronto en caso de accidente.