Mientras que los gatos que viven de forma callejera presentan una esperanza de vida de 2 a 4 años, los que viven dentro de casa pueden vivir entre 12 y 13 años. Esta mejora espectacular depende básicamente de tres factores: la no exposición a riesgos potencialmente letales (coches, peleas, infecciones víricas, etc.), a su alimentación (continua, sin esfuerzo y de calidad) y a los cuidados sanitarios que recibe.
Aún así, los gatos que viven dentro de casa, tienen tendencia a padecer determinadas patologías relacionadas con su sedentarismo, debido a los pocos ejercicios físicos que realizan o a la tendencia al acicalamiento por su sano estado de salud.
El problema de la obesidad
De entre las patologías más habituales, cabe destacar la obesidad. Los gatos que viven dentro de casa apenas está motivado para realizar ejercicio, ya que suele pasar la mayor parte del día durmiendo o tumbado. Además, no ha de pelearse por el sustento porque éste está siempre disponible en su comedero.
La obesidad promueve aún más el sedentarismo, aumenta el riesgo de enfermedades: cardiorrespiratorias, hipertensión arterial, diabetes mellitus, procesos articulares (artrosis, artritis...), disminución de la fertilidad y aumento del riesgo frente a las anestesias e intervenciones quirúrgicas. Por otro lado, un gato con sobrepeso suele presentar un aspecto desaliñado, un pelaje sucio y despeinado, dado que por su sobrepeso no es capaz de acicalarse el tercio posterior.
Es importante evitar y controlar esta dolencia en los gatos domésticos, midiendo la cantidad de alimento que ingieren al día, incitándoles al juego y proporcionándoles un alimento con un nivel bajo en calorías y un nivel moderado de fibra.
La muda continua
La muda del pelo se rige por los fotoperiodos. Los gatos que viven en la calle, sometidos a los cambios de temperatura estacionales y a las horas de luz que marcan las diferentes estaciones del año, pierden menos pelo que los que viven en casa y sólo lo hacen en determinados momentos.
En cambio, los que pasan la mayor parte del día dentro del hogar están expuestos un mayor tiempo a la luz artificial, con una temperatura más o menos constante todo el año (en invierno no pasa frío por la calefacción y en verano disfruta del aire acondicionado). Son estas las razones por las que las mudas no suelen acoplarse a los ciclos naturales y tampoco duran lo habitual. El resultado es que el gato pierde pelo constantemente durante todo el año.
Así, es importante favorecer la salud del manto de los felinos domésticos que están en constante muda. Un método muy eficaz es proporcionarles alimentos de alta calidad, digestibles y con ácidos grasos esenciales como Omega 3 y 6, que favorezcan la salud de la piel y que ayuden a conseguir un pelo brillante y lustroso.
Las bolas de pelo
Adicionalmente a esta pérdida constante de pelo, aparece otro signo habitual en los gatos: lostricobezoares o, lo que es lo mismo, bolas de pelo. Estas bolas pueden presentar, además de pelos, restos de alimento, de secreciones gástricas o restos de materiales vegetales (si la mascota ha ingerido trocitos de hierba o de hojas). El gato se acicala mediante el lamido para limpiarse y cepillarse el manto. Su lengua es rugosa debido a la presencia de una especie de espículas o papilas que actúan como un cepillo, arrastrando el pelo muerto y tragándoselo.
Este pelo transita por el tracto digestivo normalmente y, o bien es excretado por las heces, o es regurgitado. Ocasionalmente, la excreción de la bola puede ir precedida de una pequeña regurgitación de fluido gástrico o comida, o puede escucharse una especie de tos seca. En otras ocasiones, cuando se ingiere demasiado manto o si el proceso de la digestión se ve alterado por algún problema, se forman bolas de pelo que se acumulan en el estómago o en el intestino.
Estos animales pueden ingerir demasiada capa capilar si padecen trastornos conductuales o neurológicos. Los que tienden a aburrirse se lamen en exceso, llegándose a provocar alopecias y heridas, además de ingerir una cantidad excesiva de pelo, al igual que los que padecen ansiedad. A esta lista se suman los de pelo largo o semilargo (Persas o cruces de Persa, Bosque de Noruega, etc.) o los que conviven con otros felinos que, por ser muy sociables, se acicalan entre sí.
En condiciones naturales y cuando los gatos tienen acceso al exterior o al jardín, pueden ingerir hierbas o restos vegetales para favorecer la eliminación de dichas bolas. En el caso de que nuestra mascota no llegara a expulsarlas, su presencia en el tracto gastrointestinal puede provocar vómitos, diarreas o constipación, obstrucción gastrointestinal (en este caso debe someterse a extracción quirúrgica), anorexia o pérdida de peso, entre otros.
Esta afección se diagnostica tanto por los síntomas que el gato manifiesta, como por la confirmación de su presencia a través de ecografías o radiografías. El tratamiento que tendremos que aplicar consiste en la administración de fluidos o medicamentos que mejoren el tránsito gastrointestinal y provoquen la eliminación de la bola, o bien la intervención quirúrgica.
Prevenir es mejor que curar
Estas patologías pueden ocasionar serios problemas en el estado de salud del gato. Las consecuencias secundarias, tales como la anorexia o alopecia, se pueden prevenir fácilmente siguiendo una serie de consejos para que a tu animal, cuando ingiera el pelo de su cuerpo, no forme bolas de pelo. Una medida esencial en este apartado es el cepillado frecuente de tu gato mediante un peine especial para así eliminar mecánicamente el pelo muerto y evitar que sea ingierido.
Los centros veterinarios y tiendas especializadas disponen de productos especializados para este tipo de enfermedades, aunque no siempre son bien tolerados por la mascota. Si es así, una posible alternativa sería proporcionarle una alimentación altamente digestible, que incorpore fibra (sobre todo fibra de avena) y que favorezca la formación y eliminación de estas bolas tan problemáticas.
Imágenes (por orden de aparición) / Flickr: Vincent Chen, Just this moment, HKase.