La madrugada del 16 de agosto, Perú sufrió un fuerte terremoto que destruyó las localidades de Pisco, Chincha e Ica, todas ellas cercanas a la capital. Una semana después del terremoto la cifra de víctimas supera los 500 y los heridos se cuentan por millares. En estas situaciones se hace indispensable la colaboración internacional.
Gracias al apoyo ciudadano, S.A.R. España ha podido viajar junto a sus perros para ayudar a las víctimas y en las tareas de desescombro de la zona. Para conocer mejor el trabajo de estas personas, Roberto Rubio, presidente de la ONG, nos narra como fueron las primeras horas y nos recuerda que para que esta asociación siga ayudando a los afectados por la catástrofe nuestra colaboración se hace indispensable.
Diario desde Perú
El día 18 de agosto de 2007 sobre las nueve y media de la noche (hora española) salimos del aeropuerto de Barajas, en Madrid, hacia Lima. Para este viaje fue fundamental la ayuda de Kobe Motor, que facilitó los vehículos para el traslado del material a la terminal y de AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional) que fletó el vuelo hasta Perú.En este primer avión sólo viajamos cuatro de los nueve componentes que integramos esta misión, además de miembros del SUMMA que se convertirían en nuestros compañeros. El segundo avión voló con el material médico, el abastecimiento y los otros cinco componentes del equipo que viajaban gracias a la colaboración de la Fundación Can.
Al pisar suelo peruano, fuimos recibidos por el embajador de España en Perú y por miembros de la AECI. Cinco horas después de aterrizar ya estábamos en Pisco, la ciudad que sufrió con más dureza el terremoto. Gracias a la Fundación Telefónica Perú, tuvimos acceso a diez teléfonos móviles preparados para llamadas nacionales e internacionales. Esto nos permitió realizar rápidamente las gestiones para saber dónde realizaríamos la labor humanitaria y conseguir que nuestro material llegara lo antes posible.
El segundo avión se retrasó más de lo previsto, por lo que tuvimos que pedir ayuda a nuestros amigos de Cruz Roja Ecuatoriana, con los que habíamos trabajado en el proyecto de las regiones afectadas por el volcán Tungurahua, el pasado mes de mayo. Gracias a ellos, conseguimos tiendas para dormir y alimentación para todo el equipo. En total el contingente estaba compuesto por 47 personas entre miembros de AECI, SAR-ESPAÑA, SUMMA112, Bomberos en acción, SEMECA (Sociedad Española de Medicina de Catástrofes), DYA (Detente y Ayuda) y SAMUR.
Tras la llegada del material, nos encaminamos hacia una nave de la empresa conservera ?El Consorcio? que había resistido al terremoto. Allí nos trataron de manera exquisita, por lo que les estamos eternamente agradecidos. Nos proporcionaron un lugar para dormir, nos dieron de cenar, de desayunar y nos dejaron usar las instalaciones para darnos la primera ducha desde que salimos de España. Al día siguiente nos indicaron cual sería nuestro emplazamiento: San Clemente, una pequeña localidad cercana a Pisco. Mientras cargábamos los camiones, oímos que había alarma de tsunami, pero afortunadamente fue falsa.
Después de un largo viaje, el día 20 de agosto llegamos a nuestra ubicación definitiva. Al final montamos el campamento junto a un centro de salud sobresaturado en él que más de 50 personas esperaban para ser atendidas. Al ver esta situación nos pusimos manos a la obra, mientras unos montaban el campamento, otros pasaban consulta. En ese momento sufrimos la segunda de las réplicas de intensidad media, puesto que ya notamos otra cuando descargamos el material de los aviones. En ese momento fuimos conscientes del pánico que sentía la población, corriendo cada vez que se producía un nuevo movimiento sísmico.
Atendimos primero a los niños, en cuyas caras aún se percibía la angustia que pasaron durante y después del seísmo. Algunos venían con sus padres o con toda la familia buscando consuelo y una cara amiga que le aliviase de sus malos recuerdos y sus miedos presentes. Ante la catástrofe y las duras escenas vividas, en el grupo hubo quienes reaccionaron con más nerviosismo, sin embargo nosotros ya estamos más acostumbrados a estas situaciones.
Con la noche, llega la calma. Aprovechando la tranquilidad tuvimos una reunión para comentar con los miembros de las instituciones compañeras los planes de trabajo y la distribución del mismo. Todos nos mostrábamos cansados y satisfechos por haber comenzado a trabajar. Tras la cena tuvimos la oportunidad de disfrutar del cielo estrellado, lo cual en nuestras grandes ciudades es imposible.
Dentro de poco el equipo de S.A.R. regresará a España, excepto cinco componentes que se quedarán a prestar ayuda en el hospital, junto a los equipos internacionales que se están haciendo cargo de la situación en otras zonas afectadas. Para poder seguir llevando a cabo este tipo de intervención a nivel internacional y que S.A.R. España siga ayudando en las grandes catástrofes se hace imprescindible la ayuda de todos.