Epidemiológicamente hablando, lo que en un principio se había comportado como una epidemia, esto es, un número de casos clínicos inusualmente elevados concentrados en nuestros países en un periodo de tiempo concreto, se transformó en una endemia o lo que igual, una enfermedad que se hizo habitual y que nos afectaba de forma periódica en unos periodos de tiempo concretos, exactamente los periodos más cálidos del año: la primavera, el verano y el otoño.
En este artículo vamos a explicar los aspectos más importantes de la enfermedad con un único objetivo: conseguir que nuestra mascota esté lo mejor protegida frente a esta enfermedad de origen parasitario.
Para ello es preciso conocer algunos aspectos básicos como que es una patología de carácter estacional, es decir que el riesgo de infestación se concreta durante los periodos templados y cálidos del año, desde la primavera hasta el otoño. También debemos saber que la transmisión del germen, un protozoo denominado como leishmania, requiere la colaboración de otro parásito, un mosquito conocido como flebótomo. Con estos datos podemos entender que todos los sistemas de protección y prevención deben extremarse en este periodo del año.
EN LA PREVENCIÓN ESTÁ LA CLAVE
Es muy importante prevenir convenientemente la enfermedad por dos razones fundamentales: la primera porque constituye una zoonosis, término que quiere decir que es una enfermedad que comparten las personas con los animales lo que representa un peligro para la salud de nuestros animales, así como de las personas, aunque debemos estar tranquilos ya que la enfermedad no se puede transmitir de forma directa del perro al ser humano; la segunda razón es que la enfermedad es potencialmente mortal por lo que requiere una atención veterinaria adecuada desde los primeros momentos en la que el animal es diagnosticado.
Los perros que padecen la leishmaniosis pueden mostrar una serie de síntomas clínicos muy diversos e inespecíficos, lo que quiere decir que no existe una sintomatología inequívoca que permita identificar la enfermedad aunque si vemos que nuestras mascotas comienzan a perder peso, el pelo pierde brillo, aparece una especie de caspa a lo largo de su cuerpo, comienza a presentar cojeras inespecíficas, epixtasis o hemorragias nasales, aparecen costras en los pabellones auditivos, se modifica es aspecto de la nariz o trufa, se presentan trastornos digestivos como vómitos o diarreas y, entre los más comunes, las uñas le crecen de forma inusual, estaríamos ante suficientes razones para acudir a nuestro veterinario de confianza para que examine y analice el estado de nuestra mascota.
El diagnóstico veterinario precoz representa la medida más eficaz en la prevención de la patología y permite tener los mejores resultados a las terapias prescritas por el facultativo. El diagnóstico basado en los síntomas no es suficiente por lo que suele ser necesario realizar un sencillo y rápido test de sangre que en pocos minutos y en la misma consulta del veterinario nos confirma si nuestra mascota está siendo infestada por este parásito.
En aquellos animales donde el resultado del diagnóstico es positivo, es decir, tienen la enfermedad es necesario iniciar una terapia rápida y eficaz. En la actualidad existen protocolos de atención médicos sumamente eficaces que permiten controlar la enfermedad a lo largo de toda la vida de la mascota, evitando su muerte, así como la transmisión de la misma, por lo que su diagnóstico precoz representa un elemento esencial para su adecuada atención. Los pacientes que son afectados de esta enfermedad necesitan controles periódicos a lo largo de su vida para confirmar que la respuesta terapéutica es la más adecuada en cada momento.
Lo mejor es prevenir esta enfermedad. Para ello existen numerosas recomendaciones. En la actualidad disponemos de vacunas que incrementan la protección de nuestras mascotas frente a la enfermedad. También existen diversos antiparasitarios externos que se han desarrollado de forma específica para evitar la picadura de los mosquitos y, consecutivamente, la extensión de la leishmania en cuerpo de nuestros perros. Estos antiparasitarios aparecen en el mercado en todas las presentaciones: collares, ampollas tópicas, sprays, etc. También dentro de nuestros consejos la visita al veterinario después del verano con el objeto de que revise a nuestra mascota representa uno de los principales elementos de prevención y de diagnóstico precoz de esta enfermedad ya que la enfermedad tiene un periodo de incubación muy prolongado que puede llegar a representar varios meses.
Por el Dr. Alfredo Fernández Álvarez
Especialista en Medicina y Cirugía de Animales de Compañía
GRUPO VETERINARIO PEÑAGRANDE
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