Si bien es cierto que se le representa menos que los animales de caza, principales fuentes de inspiración, el can figura como asistente del hombre durante esta tarea. Las representaciones aluden a una raza que no se parece a ninguna de las conocidas en la actualidad. Es en el antiguo Egipto cuando las pinturas comienzan a presentar ejemplares que se asemejan a los de hoy.
Guardián del hogar
Durante el Imperio Romano, el papel que desempeña el perro en la sociedad evoluciona hasta alcanzar su condición de animal doméstico. Es el guardián del hogar y, a la vez, una preciosa ayuda para la caza. Aparece como el compañero en cualquier ocasión, fiel y totalmente entregado a su amo. Estos perros son esencialmente molosos, tan impresionantes como feroces, que prohíben el acceso de sus hogares a los extraños.Hasta la Edad Media, el can prácticamente desaparece de las representaciones pictóricas. Tal vez este hecho se deba a la mala imagen que tenían los pintores de entonces de todos los perros vagabundos, agresivos, peligrosos y hambrientos que devoraban la carroña. También se convierte en maldito para los musulmanes, simbolizando las fuerzas del mal y de la muerte.
El mejor cazador
La utilización de este animal para la caza contribuye a hacer cambiar de opinión a la mayoría de la población, aunque cabe señalar que a principios de la Edad Media, sólo se explota la agresividad canina. De esta manera, vuelve a estar presente en la pintura; rara vez solo, sino más bien en jauría. Los pintores suelen representa al rey cazando en compañía de sus canes, a veces muy numerosos, ya que las jaurías pueden agrupar hasta un millar de animales.La representación pictórica se asemeja cada vez más a la realidad. No siempre resulta evidente determinar con exactitud qué raza sirvió de modelo; tal vez, se trataba de ejemplares provenientes de cruces. No obstante, cada categoría posee su propia especialidad.
Los sabuesos de persecución sólo se utilizan para la caza de pelo, para levantar y perseguir a las presas. Se trata de razas de aspecto similar, pero de colores diferentes: los perros de Saint-Hubert, los Blancos del Rey, los Fauves de Bretagne y los Grises de San Luis. Sus nombres indican claramente a quién pertenecían. Las razas de muestra aparecen asociadas a los halcones en el transcurso de la caza mayor y se utilizaban antes de la aparición de las armas de fuego para ejecutar a las presas.
Renacimiento: la humanización
Desde fines de la Edad Media, aparecen en los cuadros perros de compañía al lado de las damas, sobre sus rodillas o a sus pies. Siempre se trata de variedades de tamaño más reducido que los empleados en la caza. Pequeños lebreles u otros perros enanos parecen suscitar un gran interés en sus amas, que les prodigan muchas caricias.Todas las razas caninas figuran en los cuadros pintados en el siglo XVI, desde los pequeños perros de compañía que pertenecen a las damas y doncellas, hasta los lebreles, perros refinados y también de mayor tamaño, que acompañan a sus señores. El perro se humaniza y aparece tumbado bajo las mesas durante los banquetes, comiendo lo que le tiran los invitados. De esta manera, alcanza toda su dimensión de animal de compañía.
Los artistas de todos los países pintan a estos perros; en Venecia por ejemplo, el Bichón, confortablemente instalado sobre un cojín, se deja mimar por su dueña durante un paseo en góndola. A pesar de esto, no deja de ser un compañero indispensable para la caza. En ese terreno, los artistas hacen una distinción cada vez mayor entre los diferentes tipos de canes de caza: sabuesos, perros de muestra, etc.
La evolución de las razas
A partir del siglo XVII, el número de razas aumenta sensiblemente, nuevamente en relación con la actividad de la caza; al menos al principio. En efecto, la diversificación de las técnicas de caza y de las presas se acompaña de una diversificación de las jaurías. Sin embargo, hacia fines de ese siglo, los perros de jauría van siendo dejados de lado progresivamente, dando paso a canes de tamaño más pequeño, como el King Charles, al que los soberanos dedicaban mucha atención.Poco a poco, los perros comienzan a aparecer solos en los cuadros o, al menos, como figura central. Algunos artistas se especializan entonces en la pintura de animales, como François Desportes (1661-1743), pintor oficial de Luis XIV de Francia, Paul de Vos (1596-1678) o Jean-Baptiste Oudry (1686-1755).
Lo más sorprendente es el realismo con el que se representan, tanto desde el punto de vista anatómico como expresivo: las actitudes y las miradas características de cada raza se copian directamente de la realidad. Incluso, a veces, parecería que el can sólo figura en el cuadro para seguir viviendo eternamente.
Hacia la abstracción
Más recientemente, en los siglos XIX y XX, las jaurías compuestas de grandes perros de caza al servicio de los soberanos de antaño desaparecen para dejar su lugar a cánidos casi exclusivamente de compañía y, con menor frecuencia, a cuidadores de rebaños y guardianes. Los pintores dan de estos perros una imagen casi sentimental.La inclinación de los pintores y de la sociedad contemporánea por los perros no deja de aumentar. Progresivamente, se perfila un estilo abstracto que considera al perro como un símbolo, lo que hace imposible determinar qué raza inspiró al pintor. Sin embargo, este fiel amigo sigue siendo una fuente de admiración y de inspiración inagotable y apreciada por todos.