Quienes siempre tuvimos perros, sabemos que nuestra expectativa de vida es mucho mayor a la de los perros. Y que, por mucho que digamos “no tendré más perros“, cuando estos se mueren, por la pena que nos causa su partida, lo más probable es que al poco tiempo alguien nos regale un cachorrito, o adoptemos a un perro encontrado en la calle.
Con el objetivo de tener un cálculo aproximado de cuanto puede llegar a vivir nuestro perro, se popularizó en la década de los 60 un cálculo totalmente errado, pero muy popular. Se decía que, si la edad promedio de muerte de la gente era de 70 años, debía dividirse por 7 la de los perros, que quedaba en unos 10 años.
En esos momentos, el cálculo coincidía, más o menos, con la realidad. Lo que realmente pasaba era que el número 7 se había tomado como base, dado que era más o menos correcto comparando ambas especies. Lo que no tiene porque hacerse.
Con el avance de la medicina, y el creciente uso de pienso para alimentar a nuestras mascotas, su expectativa de vida ha crecido. Hoy en día es común encontrar perros que viven entre 14 y 18 años.
No sólo se ha agrandado la expectativa de vida, sino también la calidad de vida. En esto tiene gran importancia la sustitución que se ha hecho de la comida que les damos a nuestras mascotas. El pienso, al ser un alimento balanceado, ha hecho que las enfermedades nutricionales que antes aquejaban a nuestros perros hayan prácticamente desaparecido. Al brindarles todas las vitaminas, nutrientes y minerales que necesitan, no padecen de problemas digestivos, exceso o deficiencia de grasas, y retrasan el proceso de envejecimiento. Es muy común que un perro de diez años parezca mucho más joven, porque no tiene pérdida de dientes, su pelaje conserva el brillo y, al no tener problemas articulares, se mueve como si todavía fuera un cachorro.
Por supuesto, hay otros factores a tener en cuenta. No todas las razas tendrán la misma expectativa de vida. Enfermedades como el cáncer afectan cinco veces más a las razas grandes que a las pequeñas. Y no es algo que se arregle con un cambio de dieta.
Pero, al igual que en los seres humanos, la expectativa de vida de nuestros perros ha aumentado, y lo seguirá haciendo.
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