Usa tanto el lenguaje verbal como el corporal para comunicarte. Los perros aprenden más rápido mediante la observación del lenguaje corporal, pero son capaces de aprender a escuchar.
Nuestro perro también tiene sus necesidades emocionales. Un perro que pasa demasiadas horas solo, o que no está integrado en la familia, no es feliz. El cariño se puede demostrar de mil formas y no únicamente a través de comida o chucherías. Una caricia, una palabra, un gesto o incluso una simple mirada pueden ser una muestra de afecto para nuestro perro si hemos creado el entorno para que pueda reconocerla y valorarla. Dedicar un momento amable al perro por algo bien hecho, es un gesto de respeto y un excelente modo de estrechar el vínculo con él. Conviene aprender a sacar partido de los momentos cotidianos con nuestro perro: Las cosas buenas se pueden celebrar de forma diferente con una tarde de juegos, un paseo relajado, un merecido descanso viendo el paisaje…
No siempre somos conscientes, de los beneficios emocionales que nos proporciona el hecho de cuidar de forma apropiada a nuestro perro. Hay estudios que relacionan el hecho de convivir con animales con una menor ansiedad y mayor capacidad de recuperación de situaciones de estrés.
Hablar con nuestro perro no significa que estemos locos pues, todos reconocemos que nuestro animal “nos entiende” ya que la convivencia moldea esa capacidad del perro para detectar nuestro estado de ánimo y adaptarse a las circunstancias bien dándonos afecto o ayudándonos a pasar un rato divertido practicando deporte al aire libre.
Consejo: Adapta cada día un "tiempo de trabajo y un tiempo de juego", ya sea dentro o fuera de casa. Esto creará un vínculo especial entre los dos.
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En la foto, Ras, Helen y Alonso disfrutan de juegos de olfato en la guarde.