Los hombres que trabajaban en una granja cercana eran quienes pagaban por tener sexo con Pony. La orangután fue robada cuando era bebé, la afeitaban y eso le provocaba llagas ya que era propensa a picaduras de mosquitos y le enseñaron a realizar actos sexuales, de acuerdo a información de The Sun.
Nadie sabe exactamente cuánto tiempo obligaron a Pony a trabajar como prostituta antes de ser rescatada del burdel en Indonesia, pero ha tardado más de una década en recuperarse de la crueldad que sufrió.
El conservacionista danés Lone Droscher-Nielsen formó parte del equipo que rescató a Pony en 2003.
“Cuando descubrí que estaba acostumbrada a la prostitución y no solo a ser una mascota, me horroricé. Tal vez en mi ingenuidad nunca pensé que fuera humanamente posible hacer algo así a un animal".
El rescate no fue sencillo y se necesitaron 35 policías armados para que los aldeanos entregaran a Pony.
Pony se encontraba físicamente en una condición horrible. Su piel estaba infectada y no podía dejar de rascarse, además de que tenía muchos traumas psicológicos.
"Conocí a Pony poco después de que fue rescatada. Su resistencia es asombrosa. A pesar del trauma, ella mantuvo una dignidad y sentido del humor. Tenía la mejor personalidad y aprendió a confiar muy rápidamente, a pesar de lo que había pasado", dijo la ex maestra Michelle Desilets, quien comenzó a trabajar como voluntaria cuidando orangutanes huérfanos en Borneo en 1994 y fue directora de la Fundación de Supervivencia del Orangután de Borneo en el Reino Unido cuando Pony fue rescatada.
“Ella se recuperó poco a poco y los cuidadores masculinos fueron introducidos lentamente hacia ella. Ya no parecía tenerles miedo y estaba feliz con cualquier compañía que pudiera tener."
Pony nunca vivirá libremente, pero 15 años después de lo que sufrió, cuenta con buena salud y está en un centro de rehabilitación con otros siete orangutanes.